
Reportaje
Arquitectos que redibujan Madrid
Naroa y Juan Luis han reformulado emblemáticos edificios, restaurantes y hoteles de la capital aportando nuevos aires al paisaje madrileño sin descuidar sus orígenes: «No concebimos una reforma sin entender cómo funciona el lugar, quién lo habita», confiesan

Hace catorce años, dos jóvenes inquietos y apasionados de su profesión (la arquitectura) decidieron apostar por una idea sencilla: diseñar espacios que conectaran con las personas. No lo hicieron desde una gran oficina ni con una cartera de clientes internacionales bajo el brazo sino desde Madrid, con una mesa compartida, algunas piezas artesanales (letras de madera, muebles hechos a mano) y una profunda confianza en el poder de las cosas bien pensadas. Así nació su estudio de interiorismo y arquitectura que hoy firma proyectos para hoteles de lujo, oficinas de grandes corporaciones y restaurantes de referencia, tanto en España como fuera de sus fronteras.
Nos encontramos con Naroa Quirós y Juan Luis Medina, fundadores de MIL Studios, en el centro Madrid, como no podía ser de otro modo, para hablar de pasado y futuro. También de presente. O de todas las conjugaciones a la vez. Porque ellos viajan en el tiempo para hallar las raíces y novedades que plasman en gerundio.
Para ambos, la capital no solo fue su punto de partida sino también el primer campo de pruebas. La ciudad donde se equivocaron, donde aprendieron, donde crecieron. La capital en la que consolidaron una forma de entender el diseño que va mucho más allá de lo decorativo. «Nunca entendimos esto solo como una cuestión estética», explica Juan Luis Medina, cofundador y director creativo del estudio. «Lo nuestro siempre ha sido contar historias, construir atmósferas que mejoraran la vida de las personas, que activaran los sentidos, que dejaran memoria”.
Junto a Naroa Quirós, cofundadora, directora ejecutiva y responsable del área empresarial y de cliente, han dado forma a un estudio que hoy cuenta con más de veinte profesionales y que ha conseguido algo difícil: tener estilo sin ser repetitivo. «Nos gusta decir que tenemos una firma reconocible, pero no un sello fijo. Porque cada proyecto es distinto, cada cliente, cada lugar… El diseño no puede ir por delante de la función ni de la emoción», resume Quirós.

Con sede en la capital, MIL Studios ha encontrado en Madrid una base operativa pero también un ecosistema fértil para desarrollar sus ideas. Aquí han reformado locales que hoy forman parte del paisaje emocional de la ciudad –desde el Café Comercial a restaurantes como Casa de Comidas, Arzábal o locales como Home Burgers– y también han firmado algunos de los interiores más sofisticados de los últimos años, como el lobby del NH Collection Eurobuilding o la nueva tienda de Cacao Sampaka en Serrano.
Cuestión de contexto
Cada uno de estos proyectos responde a contextos distintos, pero todos comparten un lenguaje: materiales nobles, atención al detalle, un uso teatral de la luz y una búsqueda constante de calidez, sin caer en el cliché.
«Para nosotros, la clave está en trabajar desde dentro. No concebimos una reforma sin entender cómo funciona el lugar, quién lo habita, qué historia queremos contar. De ahí que participemos desde el naming hasta el último aplique de luz», apunta Medina.
Es esa implicación rigurosa y emocional la que ha convertido a MIL Studios en un interlocutor habitual de grandes marcas, grupos de restauración y promotoras inmobiliarias que buscan mucho más que una imagen bonita.
Uno de los últimos proyectos que ha consolidado esta forma de trabajar es la renovación integral del lobby y los espacios gastronómicos del NH Collection Eurobuilding, un edificio icónico de los años setenta al que esta pareja creativa ha devuelto su monumentalidad original sin renunciar a una lectura contemporánea.
«Lo más importante fue quitar todo lo accesorio y volver a mirar el edificio tal y como fue pensado», explica Medina.
A partir de ahí, diseñaron un gran vestíbulo cálido y estructurado, donde los pilares recuperan protagonismo, la madera aporta ritmo y la luz genera distintas atmósferas según el uso y la hora del día.
De tabernas
En ese mismo edificio, el restaurante Casa de Comidas del chef Rafa Zafra, que reinterpreta la taberna madrileña, también lleva su firama. Así, sillas de madera y caña, lámparas reinventadas, vegetación abundante y texturas nobles conviven en un espacio que se siente tan doméstico como sofisticado.

«Queríamos que todo evocara una cierta nostalgia, pero con una ejecución contemporánea. Que el restaurante fuera un lugar para quedarse», apuntan a este diario.
También en Madrid, Naroa y Juan Luis ha transformado espacios más reducidos, como la tienda de Cacao Sampaka en la calle Serrano, donde este oro marrón se vende y se celebra. Aquí, el interiorismo juega con una paleta de tonos cálidos, hornacinas de latón y una escenografía casi teatral para convertir los bombones en pequeñas joyas. El mostrador central, fabricado con microcemento enriquecido con virutas de cacao, actúa como una pieza escultórica y sensorial. «Queríamos que el chocolate no fuera solo un producto, sino una experiencia completa», resume Quirós.
Más recientemente, han sido los encargados del diseño del nuevo restaurante Arzábal Bernabéu, una neotaberna de casi 500 metros cuadrados integrada en la planta baja del renovado estadio Santiago Bernabéu. Desde una planta en cruz distribuida en dos niveles, el proyecto resuelve la complejidad del espacio con un juego de contrastes entre estuco, acero negro y madera. La cocina abierta actúa como un telón de fondo escénico. «No se trataba solo de diseñar un restaurante bonito. Había que hacerlo funcionar bajo presión, en días de partido, con llenos absolutos, sin perder la coherencia ni la atmósfera», señala Medina.
Y si hablamos de coherencia, hay otro tipo de espacios donde este estudio ha dejado huella en la capital: las oficinas. En la nueva sede de URW en el campus WPP de Ríos Rosas, han desarrollado un entorno de trabajo que se aleja del concepto tradicional para convertirse en una verdadera herramienta de marca. Una gran mesa de 16 metros articula el flujo del espacio, mientras cada sala representa un valor corporativo (innovación, excelencia, vanguardia) a través del uso preciso de los materiales, el color y la luz.
«Hoy las oficinas son espacios vivos. Ya no se trata solo de dónde se trabaja, sino de cómo se proyecta una cultura», afirman.
Y, aunque Madrid siempre fue el punto de partida para estos dos arquitectos, su arte traspasa fronteras. En los últimos años, el estudio ha ampliado su radio de acción con encargos en ciudades como Bilbao, Alicante, Montevideo o Ginebra. Precisamente allí, en la orilla suiza del lago Lemán, están desarrollando el interiorismo del Hotel Beau Rivage, un proyecto que les permite aplicar su experiencia en espacios hoteleros a un nuevo contexto cultural.
«Trabajar fuera de España nos obliga a reformular algunos códigos, pero nuestra filosofía no cambia», dice Medina. «Seguimos pensando los espacios desde las personas, desde lo emocional, y eso es algo que se entiende en cualquier lugar del mundo». Esa misma filosofía está también detrás de su intervención en el Hotel Barceló Nervión de Bilbao, o en los nuevos locales de restauración que están desarrollando para marcas españolas con ambición internacional.
Lo que empezó como un proyecto entre dos socios complementarios es hoy un estudio al que se rifan para «diseñar con propósito», como afirma la pareja. Y es que a ambos les une, además de la pasión por la arquitectura, la filosofía del diseño como herramienta cultural, social y sensorial. Y que, aunque ahora viajen más, siempre encuentra en Madrid su base, su origen y su brújula. Para ellos, la capital siempre es hogar, uno al que ellos continúan dando forma, sobre la que proyectan nuevas y deliciosas realidades.
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