
Cultura
De Burgos a Madrid: el viaje creativo de Carmen Velázquez
La ciudad recibe cada vez máz jóvenes que buscan en ella inspiración creativa. Su oferta cultural atrae a nuevas generaciones

Si conocen cualquiera de las tabernas madrileñas de Chez Pepito, allí encontrarán, entre otros lugares, las obras de esta artista que han atraído todas las miradas. A sus 23 años, Carmen Velázquez de Santiago representa el impulso de una generación creativa que ha encontrado en Madrid no solo una ciudad donde vivir, sino un motor de transformación personal y profesional. Graduada en Bellas Artes y Diseño por la Universidad Francisco de Vitoria, esta joven artista que llega de Burgos ha sabido aprovechar cada rincón, exposición y oportunidad que la capital le ha brindado para consolidarse como diseñadora y creadora visual.
Originaria de una ciudad pequeña, Carmen llegó a Madrid hace cinco años, empujada por la certeza de que quería convertir su mayor pasión, el arte, en una profesión. “Encontré un doble grado del que nunca había oído hablar y supe que era para mí. No dudé en venir, sin saber que Madrid me daría mucho más que una carrera”, confiesa. Desde niña, Carmen estuvo rodeada de estímulos artísticos. Su familia, dice, le transmitió una sensibilidad especial que se manifestó desde temprano en la pintura y el dibujo, dos disciplinas que describe como su “hueco de paz”. Esa inclinación inicial ha evolucionado hoy en un trabajo multidisciplinar que compagina el arte, el diseño gráfico y la investigación creativa.

Madrid no ha sido solo un telón de fondo en su historia: ha sido el gran escenario de su crecimiento. “Viniendo de una ciudad pequeña tenía claro que quería exprimir al máximo lo que Madrid podía ofrecerme”, cuenta. Y lo ha hecho a través de una rutina donde la cultura, la introspección y la exploración urbana forman parte de su día a día. Visitas al Museo Sorolla o al Thyssen, tardes de lectura en parques y trabajo en cafés con encanto son parte de su trabajo como fuente de inspiración, pero también de los planes que más le gustan y considera fundamentales para enriquecerse con la oferta cultural de la ciudad
Uno de los momentos más significativos de su trayectoria tuvo lugar durante la pasada Semana del Arte de Madrid, cuando presentó su Trabajo de Fin de Grado en la feria JustMad. Bajo el título “Momentos Refugio”, el libro recoge los testimonios de artistas consagrados sobre sus pausas creativas, esos instantes de recogimiento tan necesarios para crear. “Fue mucho más que una exposición. Pude explicar el proyecto en persona, vender ejemplares y conectar con profesionales del arte. Me sentí validada, inspirada y profundamente feliz”, recuerda.
Como muchos otros jóvenes que navegan en este sector, Carmen ha tenido que enfrentarse a varios obstáculos. La inseguridad, la falta de reconocimiento y la precariedad son compañeros habituales de quienes intentan abrirse paso en el mundo artístico. “España aún va por detrás en valorar las profesiones creativas, y eso cala. Me ha costado mucho poner en valor mi trabajo”, reconoce. A esa dificultad se suma, en su caso, la juventud. “Hay gente que no te toma en serio o intenta aprovecharse. Por eso he tenido que aprender a profesionalizarme muy rápido”. Sin embargo, lejos de tirar la toalla, Carmen ha optado por rodearse de personas con las mismas ganas de crecer y crear. Aunque no identifica a un único mentor, valora profundamente las redes de apoyo que ha tejido a lo largo de su formación. “En este sector, la gente se apoya mucho. Es bonito sentir que no estás sola”. Si bien su carrera como artista está en constante evolución, Carmen ha encontrado en el diseño gráfico un campo especialmente atractivo. “Quiero especializarme más y enfocar mi futuro hacia el diseño editorial. Me ilusiona trabajar en proyectos que realmente me interesen y, a largo plazo, me encantaría abrir mi propio estudio”.
Mientras tanto, sigue creciendo con colaboraciones como la que mantiene con Chez Pepito, un restaurante madrileño impulsado por jóvenes emprendedores. Desde hace un año, Carmen trabaja con ellos como diseñadora y artista, un vínculo que valora profundamente. “Me están ayudando mucho a crecer profesionalmente. Es bonito trabajar con gente que realmente valora lo que haces”.

Preguntada por su proceso creativo, cuenta que está lleno de pequeñas rutinas que le ayudan a conectar con su mundo interior. Escuchar música clásica o bandas sonoras de películas favoritas es parte de su ritual para pintar, así como cambiar de aires, ya sea en una cafetería o al aire libre. “Soy impaciente y muy organizada, y eso a veces choca con lo que requiere la creatividad: tiempo y calma”, reconoce. Entre sus referentes, destaca a los impresionistas, y en especial a Claude Monet. “Captaban la realidad de forma directa, rápida, sin artificios. Me identifico mucho con esa forma de mirar el mundo”, afirma. Una admiración que se intensificó durante su etapa Erasmus en París, donde pudo acercarse más a su obra y legado.
Con el seudónimo artístico @colorpoomelo, Carmen Velázquez se abre paso con una voz propia y colorida en el panorama creativo madrileño, apostando por sus ganas de seguir explorando caminos. “Me queda mucho por aprender”.
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