Entrevista

Eduardo Olier: "Occidente ha abandonado sus valores, va hacia la debacle"

El ingeniero y experto en globalización y matemáticas analiza las causas de que nuestra forma de vida ya no sea modelo para nadie

Presentación del libro de Eduardo Olier, La debacle de occidente. Las guerras del siglo XXI @Gonzalo Pérez Mata
Presentación del libro de Eduardo Olier, La debacle de occidente. Las guerras del siglo XXI @Gonzalo Pérez MaGonzalo Pérez Mata Fotógrafos

Eduardo Olier (Madrid, 1949) ha hecho casi de todo y de manera sobresaliente. Ingeniero formado en EE UU (Harvard incluido) es, además, experto en globalización y matemáticas. Adelantado a su tiempo, en 1980 escribió su tesis doctoral sobre la cibernética. Olier ha pasado por la Agencia Espacial Europea, Repsol, el BBV, NEC y Deloitte Consulting antes de decidir dar un giro a su vida y volver a la Universidad. Presidente del Institut Choiseul en España, acaba de publicar «La debacle de Occidente. Las guerras del siglo XXI» (Sekotia), una obra para entender qué está pasando en clave estratégica y económica.

En su nuevo libro, presentado hace unos días en Madrid, explica el proceso de decadencia de Europa. ¿En qué punto estamos?

Occidente es una cultura y una forma de ver la vida que nace en Europa bajo un sustrato grecolatino y judeocristiano. En la actualidad, podemos decir que se extiende a nuestro continente y a América. Hubo un momento, por las razones que fueran, que se apartó de esa estructura económica que fue su base al tiempo que abandonaba los valores de ese sustrato cultural. Se lanzan formas nuevas que no se sabe muy bien a dónde van ni cuáles son y, de pronto, se encuentra con que enfrente tiene otras culturas, la oriental, ortodoxa, islámica e india que no aceptan el modelo que se les presenta. Los otros se hacen más fuertes mientras Occidente va directo a la debacle.

¿Cree que infravaloramos a China en el pasado?

Desde la Guerra Fría, con Richard Nixon como presidente de EE UU, Henry Kissinger reforzó a la China de Mao como contrapeso a la URSS en plena guerra del Vietnam. Luego China hizo un despegue alucinante y EE UU se encontró con que enfrente tenía a un gigante. El presidente Obama se dio cuenta de la amenaza, pero llegó la crisis de 2008 y no pudo llevar adelante sus planes de nivelar el enorme desequilibrio comercial. Fue Donald Trump quien sí hizo la guerra comercial a ese país y ahora Biden está tratando de apretarles militarmente.

¿Cuáles son los peligros que plantea ahora la Inteligencia Artificial?

En mi opinión son enormes. Henry Kissinger escribió pocos meses antes de morir un artículo sobre la nueva Ilustración en «The Atlantic» en que advertía de que la tecnología tenía que estar siempre supeditada a las ideas y ahora se da el fenómeno contrario. Es que no tenemos soporte alguno desde el punto de vista de los ideas de lo que queremos hacer y eso es muy peligroso. En el libro trato de desmontar a Yuval Noah Harari, que en «Homo Deus» distingue entre dos nuevas religiones, el tecnohumanismo y la de los datos. Ambas nos prometen en la Tierra todo lo que antes se nos prometía para la otra vida. Él dice que habrá una clase inútil que será la que no controle la tecnología y será apartada. Con esta visión es peligrosísimo que la Inteligencia Artificial esté controlada por las élites financieras de Occidente.

¿Cuál ha sido el mayor fracaso de la globalización?

Este fenómeno es, básicamente, el movimiento de capitales y de bienes y servicios. En mi opinión, ha fallado en el sentido de que Occidente pensó que si controlaba las finanzas, el marketing y las marcas, podía fabricar en Asia. China fabrica en la actualidad el 15% de los bienes del mundo mientras que nosotros solo generamos productos financieros. Esto no tiene vuelta atrás. En cuanto ocurre la más mínima cosa en el mundo tiene efectos enormes en la economía y llegan las crisis, que es la causa real de las desigualdades. Lo que está por debajo de todas las industrias son los fondos. No hay nada real detrás de un derivado financiero.

¿Está agotado el capitalismo como manera de vivir?

No es que esté agotado, pero tendrá que seguir de una forma menos tradicional. En principio se trata de la acumulación de capital para producir cosas y generar riqueza, pero si lo que generamos son productos financieros no estoy resolviendo ningún problema. El capitalismo estrictamente financiero lo que trae son crisis.

¿Necesita Europa la inmigración que llega de África?

En este momento la población africana debe estar en torno a los 1.400 millones. En 2050 rondará los 2.500 y, a finales de siglo, los 4.200 millones de personas. ¿Dónde estará toda esa gente? En Europa, que tendrá una población de solo 170 millones. Lo que ocurre es que, en lugar de invertir en el desarrollo del continente africano para aumentar el nivel de vida y lograr una adecuación tecnológica, la gente que viene lo hace en patera y no entra en las economías avanzadas.

¿Cómo ve a EE UU?

Es una sociedad rota. Manda solo la política y es víctima de una polarización nunca vista. Lo que condiciona todo, tanto dentro como fuera, es quién va a tomar las decisiones en el próximo mandato. Quieren imponer un modo de vida pero el resto del mundo no está interesado. En cambio, en países como Rusia, la unión entre Putin y la Iglesia ortodoxa es fortísima. Ven lo que está ocurriendo en Europa y no lo quieren. Tampoco los musulmanes o los chinos. No somos un modelo para nadie. Creo que es momento para que Europa haga una reflexión.