Gastronomía

Fondo Supper Club, lo que ocurre cuando el «food desing» y el arte se sientan a la mesa

Nora Silva, Sara Oldenburg, Marta Moya y Belén Cabello son las ideólogas del exitoso estudio gastronómico

Las artífices de Fondo Supper Club
Las artífices de Fondo Supper ClubLRM

Si unimos el amor por lo alternativo y diferente, el gusto por la buena comida y la ilusión por conocer gente en un espacio en el que no es habitual sentarnos a la mesa, el resultado son los «supper clubs» o clubs de cenas. Son pura tendencia entre quienes buscan ir más allá, ya que la tan manida palabra «experiencia» se les queda corta. De hecho, los encuentros no tienen lugar en un restaurante, qué va, sino en una galería de arte, en un museo o en una tienda, por poner un ejemplo. Uno de ellos es Fondo Supper Club, un estudio de diseño gastronómico, cuyas responsables idean encuentros culinarios a medida con el objetivo de traducir ideas complejas usando la comida como medio de comunicación. Sí, sirven en bandeja propuestas súper sugerentes para quienes están interesados en la gastronomía de calidad, el arte y el diseño. Las fundadoras son Nora Silva, artista, comisaria y directora de The Gramounce, la sumiller Sara Oldenburg, la cocinera Marta Moya, quien ejerce de ideóloga de las recetas, y la diseñadora Belén Cabello. Juntas han sabido hornear un proyecto diferencial. Los entresijos nos los cuenta Sara, lean, pero antes desvelamos varios datos para entender bien esta aventura multidisciplinar, que iniciaron hace algo más de dos años y medio, tiempo en el que han celebrado 58 eventos. Entre ellos, nueve han tenido lugar en varias galerías de arte, pero también han llevado al plato la filosofía de 21 artistas, de 40 marcas y, en total, han cocinado para 2.615 asistentes. En Instagram, cuentan con más de 20K followers. Porque los encuentros de Fondo fusionan arte, diseño y gastronomía, entre otras disciplinas, al crear experiencias sensoriales cuidadosamente reflexionadas, que traspasan la frontera de una mera cena: «Nos definimos como un estudio de diseño gastronómico», dice la sumiller antes de desmigar el proyecto, cuya intención es traducir conceptos artísticos y teóricos en planazos culinarios. Es decir, utilizar la comida y sus contextos como lenguaje y, a través de ellos, crear situaciones que invitan a la reflexión: «Dentro de la rama del diseño, del “food desing”, hacemos uso de la comida como medio de comunicación. Traducimos cada idea en situaciones comestibles a través de la investigación y de prácticas artísticas», explica. Asimismo, el proyecto posee varias ramas, así que, vayamos por partes, porque, además de las Supper Clubs, el origen de la iniciativa, ellas también desarrollan proyectos y eventos personalizados para marcas, como Loewe y Narciso Rodríguez, instituciones (La Casa Encendida, Matadero…) y otras entidades afines.

¿Cómo es el diseño de cada encuentro? Preguntamos: «Hay veces, que el artista nos trae la idea y nosotras la traducimos en un menú que, realmente, hable de su obra. Y otras en las que somos nosotras quienes escogemos la temática. En este caso, hacemos de comisarias, un trabajo del que disfrutamos muchísimo, porque podemos escoger el tema a tratar en encuentros que organizamos en naves industriales o en espacios emergentes de Madrid». Según sus palabras, lo interesante es que cada uno es único, más que nada, porque el menú se idea exclusivamente para servirlo en un lugar, un día en concreto. Y es justo en este punto donde radica la exclusividad. Por eso mismo, se consideran más un estudio de diseño que un cátering. En definitiva, la propuesta diferencial reside en el enfoque integral y holístico de la gastronomía como una forma de arte. Más que nada, porque no estamos hablando de unas cenas al uso, sino de experiencias multisensoriales milimétricamente diseñadas. Cada plato está perfectamente estudiado dentro de una culinaria responsable. Formada en la escuela CAVE (Buenos Aires), el año pasado Sara Oldenburg fue reconocida como uno de los cien jóvenes talentos por el Basque Culinary Center: «A la hora de escoger los vinos, es fundamental que tengan un sentido», señala quien apuesta por ejemplares naturales de pequeños productores: «Es importante que el vino esté bueno, pero también que posea una historia detrás y conecte con lo que queremos contar», continúa Sara sabedora de que este tipo de iniciativas entusiasman. Al preguntar el por qué, reflexiona: «Piensa que las galerías de arte siempre han provocado un respeto y hay quienes piensan que para entrar en ellas tienes que ser un experto. A través de Fondo es una manera muy buena de acercase a la obra del artista, porque la comida es un lenguaje universal. Si tú en lugar de ir a ver una exposición de pie, te sientas a cenar en el mismo espacio acabas conectando más con la obra. Acercamos el mundo del arte a través de la comida. Es una manera diferente de conectar con el mundo del arte». Por eso, quienes se sientan a la mesa son comensales N de situaciones nuevas, ya sea del mundo del diseño, de la moda, el arte o de ninguna de estas tres disciplinas. Qué más da, porque la idea «es descubrir un lugar diferente en el que comer y conversar con gente», prosigue quien cree que se trata de un proyecto en alza. ¿Próximos encuentros? El primero tendrá lugar durante la semana del 12 de septiembre, así que debemos estar pendientes del día exacto para acudir a la galería Belmonte al estar asociado con la exposición Augusta Lardy. Ya en octubre, iremos el estudio de la artista Clara Cebrián. Anoten ya las fechas.