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40 años

La Real Casa de Correos: cuando el PSOE apostó por hacer de Sol un lugar de concordia

La sede de la Comunidad de Madrid se ha convertido en la Casa de la Libertad

21 de diciembre de 1984:el presidente de la Comunidad de Madrid, Joaquín Leguina, acompañado del ministro del Interior, José Barrionuevo, en el balcón de la Real Casa de Correos. Archivo Regional de la Comunidad de Madrid

Es incuestionable el simbolismo de la Real Casa de Correos. Destinada a sede de la Presidencia de la Comunidad de Madrid desde 1985, en tiempos del primer presidente regional, Joaquín Leguina, representa el éxito histórico del pueblo español en su paso de la dictadura a la democracia.

El viejo caserón de la Puerta del Sol, las campanadas de cuyo reloj componen cada final de año la melodía de las esperanzas y deseos de toda la nación, encarna ciertamente la continuidad de las mejores aspiraciones de la España que se abrió confiada a la libertad y la democracia hace casi medio siglo.

Este es el sentido de la celebración que el Gobierno de Isabel Díaz Ayuso ha programado hoy en la céntrica plaza del kilómetro cero. En ella tendrán lugar un acto institucional y un gran concierto con el que se festejarán las cuatro décadas que la Real Casa de Correos lleva sirviendo de expresión a la pasión por la libertad de los madrileños y de quienes vienen a nuestra región, muchas veces para recuperar la que perdieron en sus países de origen.

La voluntad de Ayuso es que los madrileños de todas las latitudes puedan celebrar hoy con alegría este simbolismo positivo de un edificio con más de dos siglos y medio de existencia. Un edificio que está lleno de vida todo el año, con el Nacimiento en Navidad, las celebraciones de los triunfos del deporte madrileño y español y las más variadas actividades sociales y culturales de una pujante e innovadora región como es Madrid.

Diciembre de 1985. Obras en la fachada en la Real Casa de Correos. Archivo Regional de la Comunidad de Madrid

Su historia, desde que empezó a construirse en 1760, es una sucesión de estratos que retrata épocas, regímenes y hechos diversos como el levantamiento popular del 2 de mayo de 1808 ante la invasión francesa o la proclamación de la Segunda República.

También tuvo usos diferentes, desde el servicio de Correos, a Capitanía General, Gobierno Militar, Ministerio de Gobernación o Dirección General de Seguridad. Fue con esta última función, establecida durante la dictadura de Franco, con la que el Gobierno central, el Ayuntamiento y la Comunidad de Madrid, los tres regidos entonces por el PSOE, acordaron en 1985 su nuevo uso como sede de la Presidencia de la Comunidad. Uno de los firmantes del convenio, Juan Barranco, había llegado a estar detenido allí como tantos opositores al franquismo, víctimas de torturas en muchos casos.

Pero la voluntad de aquellos socialistas era convertir el caserón de la Puerta del Sol en la mejor prueba de la reconciliación y la concordia que había sido fundamento del camino a la democracia emprendido por los españoles. Tanto es así que, en los catorce años de mandato de Felipe González, e incluso en los siete de José Luis Rodríguez Zapatero, jamás se pensó en reducir el pasado de la Real Casa de Correos a la etapa franquista.

19 de diciembre de 1985. Instalación de la placa de la Comunidad de Madrid en la Real Casa de Correos.Archivo Regional de la Comunidad de Madrid

A nadie se le escapa la perturbada finalidad que Pedro Sánchez persigue con su sectaria pretensión de etiquetar como lugar de tortura la sede del Gobierno de una rival política de calado como es Ayuso. Es como si se propusiera convertir el palacio de La Moncloa, que fue frente en la Guerra Civil, en un parque temático de los horrores de la contienda, con su rosario de bestialidades, incluida la del tiro al blanco contra los desertores que saltaban de sus posiciones para escapar de la guerra.

Los lujosos salones de la residencia oficial de Sánchez podrían tener interesantes paneles explicativos de los estragos mutiladores de las granadas rompedoras, de los efectos de la salvaje guerra de minas o de la desolación del combatiente dispuesto a volarse una mano a sí mismo con un tiro disimulado con un pedazo de pan en el cañón del fusil para evitar el delator tatuaje de la pólvora, antes que seguir en el parapeto.

Es solo un ejemplo. Otros edificios en Madrid, dependientes del Gobierno central, ofrecen un historial siniestro de violaciones a los derechos humanos como sede de checas en la Guerra Civil, como el Palacio Real o los cuarteles generales del Ejército y la Armada.

Hasta la propia Real Casa de Correos reflejaría las contradicciones de las leyes de desmemoria histórica, atentas con unas víctimas y desatentas con otras. Porque el edificio de Sol fue sede de Gobernación desde el comienzo de la Guerra Civil hasta la huida del Gobierno de Largo Caballero en noviembre de 1936 ante la llegada de las tropas de Franco a la capital.

Desde Gobernación, mediante su siniestra checa de Fomento, se coordinó la labor represiva de las 345 checas que existieron en la capital. Incluso su titular, Ángel Galarza, despachaba allí casi a diario con el jefe de la checa de Marqués de Riscal. El resultado de esta labor represiva fue el secuestro, la detención clandestina, la tortura y el asesinato de miles de madrileños, incluidas mujeres y menores de edad.

Como dijo ayer la presidenta Ayuso en la Asamblea de Madrid, los madrileños preferimos no vivir en un parque de terror, donde en tantas esquinas se recordase que allí hubo una checa, como pretende hacer Sánchez con la Real Casa de Correos para desactivar el simbolismo de reconciliación que sus propios compañeros de partido enaltecieron hace cuarenta años con su elección como sede de la Presidencia de la Comunidad de Madrid.

Madrid es una región alegre y abierta, consciente de que en sus calles y plazas reverberan ecos de un pasado con luces y sombras como otras muchas ciudades en el mundo. Pero su condición de capital de España nos motiva especialmente para ser un ejemplo de optimismo y esperanza que logre disipar los más negros nubarrones pasados, presentes o futuros, incluso para los supervivientes del naufragio antidemocrático de sus países.

Hoy la Puerta del Sol, bajo la fachada de la Real Casa de Correos, volverá a ser un abrazo abierto a todos en señal de concordia. Es difícil imaginar un mejor homenaje a quienes dieron sus vidas o lo mejor de ellas para que todos disfrutemos hoy de la libertad, siempre en el punto de mira de sus enemigos, entre quienes se cuentan también aquellos que nos distraen con espantajos de dictaduras de hace medio siglo mientras paso a paso van erosionando la democracia de todos.

* Pedro del Corral es Diputado del Grupo Popular en la Asamblea de Madrid, escritor y periodista.