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Marion Cotillard, una actriz de carne y hueso

Vive uno de los mejores momentos de su carrera y ha sido nominada al Globo de Oro

Marion Cotillard, una actriz de carne y hueso
Marion Cotillard, una actriz de carne y huesolarazon

Sentado en un sofá de terciopelo gris, en el sexto piso de un elegante edificio de La Croisette, Jacques Audiard parece un dandy que se ha escapado de una película de Jean-Pierre Melville. Pertrechado tras unas gafas de sol oscurísimas y con un traje azul marino con fina raya blanca, fuma en pipa, apenas perdiéndose en el humo seco de sus respuestas y apoyándose ocasionalmente en su coguionista, que la mayoría de las veces hace de traductor. Audiard está pletórico, la presentación en Cannes de «De óxido y hueso» ha ido sobre ruedas; suda un poco. Aún no sabe que su película tiene muchos números para ser nominada al Oscar.

Escuchándole se tiene la impresión de que es más guionista que cineasta, de que sus propuestas se respaldan más en la escritura, no en la puesta en escena. Después de todo, sólo ha dirigido seis largometrajes en casi dos décadas, frente a los veintidós guiones que llevan su rúbrica. «Creo que para que haya una progresión dramática eficaz los personajes deben estar hundidos, hay que pillarlos en su momento más bajo», explica.

Monstruos a la deriva

Así son Stéphanie y Alain, dos monstruos a la deriva. Nacen de la literatura del canadiense Craig Davidson, de dos de sus relatos cortos. «No es una adaptación literal. Hemos cambiado muchas cosas. Para empezar, en los cuentos ni siquiera llegan a conocerse», admite. «El personaje de Stéphanie era un hombre, el accidente que la deja sin piernas era una anécdota». Como en «Lee mis labios», el amor llega para romper simetrías, para enternecer corazones que parecen piedras. «El amor es violento. Me fijé, por ejemplo, en "El demonio de las armas"para explicar la furia que hay en la necesidad mutua entre dos personas. No me gusta filmar la violencia, siempre intento hacerlo de un modo pudoroso, apartando la mirada», puntualiza. «Pero aquí es la intimidad que se crea entre ellos la que es violenta». Ni que lo diga: de momento Audiard pasará a la historia como el cineasta que se atrevió a cortarle las piernas a Cotillard. «Hace años no hubiera tenido paciencia para hacer una película con efectos digitales, pero ahora la ocasión bien lo merecía». Y sonríe, añadiendo: «Desde que vi a Marion en "La vie en Rose"supe que teníamos que trabajar juntos. No fue fácil porque cuadrar nuestras agendas exigía que prescindiéramos de ensayos, pero estaba seguro de que nos entenderíamos. Hay algo muy masculino en Marion, muy crudo y a la vez muy seductor, y ésa es una energía que me interesa». También sin aliñar, la halterofílica presencia del belga Matthias Schoenaerts calza como un guante de esparto con la singular insensibilidad de su personaje, padre inmaduro con hijo que pasa de escarbar la basura en los callejones de la Costa Azul a ganarse la vida practicando kickboxing clandestino. «Mi primera idea era escoger a un actor no profesional. Visité varios gimnasios buscando una cara desconocida. Fue entonces cuando mi director de casting me enseñó "Bullhead", donde Matthias interpreta a un adicto a los esteroides. Y te aseguro que me convenció de que era Alain».