Medio Ambiente

Petroquímicas y casas, peligrosa convivencia

Lo ocurrido en Tarragona se ha convertido en horas en uno de los accidentes más graves registrados en el sector químico en España. Un caso extraordinario, señala el sector, pero que ha animado a agrupaciones a exigir mejoras en la seguridad e, incluso, un mejor control de las emisiones de esta industria tan cercana a la población local

Los vecinos de Huela, otro de los polos químicos más importantes de España, están pidiendo nuevos protocolos para saber cómo actuar en caso de que se produzca un accidente parecido
Los vecinos de Huela, otro de los polos químicos más importantes de España, están pidiendo nuevos protocolos para saber cómo actuar en caso de que se produzca un accidente parecidoNACHO DOCEREUTERS

Al cierre de esta edición todavía no se había aclarado la razón del accidente ocurrido en el polígono petroquímico de Tarragona, aunque sí hay dudas sobre la coordinación del Plan de Emergencia Química, el llamado Plaseqcat, tras la muerte de una persona a tres kilómetros de distancia por el impacto de una pieza que salió disparada del recinto.

Protección Civil se queja del tiempo que tardó en recibir información de la empresa y ya se ha abierto una investigación, según informan medios locales. Los sindicatos también hablan de la necesidad de mejorar el Plaseqcat tras los cuatro accidentes registrados en un año en la zona. Tras el susto de los ciudadanos que viven en el área y que vieron sus ventanas temblar con la deflagración, hay dos preguntas inevitables: ¿qué hacen estas industrias? Y, ¿son seguras?

La Industria Química del Óxido de Etileno (IQOXE) es la única en España que trabaja con óxido etileno. Un gas “altamente reactivo, tóxico, incoloro, de olor dulce, inflamable y explosivo. La exposición en pequeñas cantidades puede acarrear daños severos para la salud y la inhalación de altas concentraciones puede ser fatal. Se tienen sospechas de que el gas es cancerígeno. De manera que, no se entiende por qué las autoridades dicen que no existía peligro para la salud de la población ni por qué no se activaron los sistemas de alarma”, decía hace tan sólo unas horas Víctor Álvarez, coordinador de Ecologistas en Acción de Tarragona y el Ebro.

Ahora bien, “una cosa son los contaminantes que se puedan haber lanzado a la atmósfera durante el accidente y otra las emisiones de la industria química que es evidente que las hay, aunque están reguladas”, afirma Joaquim Casals, catedrático e investigador del Centro de Estudios de Riesgo Tecnológico de la Universidad Politécnica de Cataluña. De hecho, estos días la plataforma ciudadana Cel Net ha vuelto a manifestarse para exigir a la Generalitat estudios sobre los contaminantes estacionales. Es decir, sobre a qué partículas están expuestos los habitantes de las poblaciones vecinas diariamente y más allá de este trágico suceso.

En su web remiten a estudios como el realizado por el Laboratorio del Centro de Medio Ambiente de la Universidad Politécnica de Cataluña en 2014. "Se han llegado a detectar hasta 160 sustancias que diariamente respiran los vecinos. Estos resultados nos llevan a criticar el control actual que se está haciendo de la calidad del aire de las zonas urbanas y a exigir a los responsables políticos que incrementen el control de las sustancias. El Periódico recogía esta información donde afirmaba que “conviene reducir los niveles de benceno -el contaminante más controlado por sus riesgos cancerígenos”.

Industria química España
Industria química EspañaJosé Luis Montoro

El polo industrial

La industria petroquímica de Tarragona es la más importante del sur de Europa. “Ante las grandes dimensiones de dicha industria, existen zonas donde los ciudadanos comparten el día a día con la actividad química a escasos 500 metros o un par de kilómetros”, continúa Álvarez. "Los dos grandes polos de España se encuentra en Tarragona, que concentra un 25% de la industria y que produce fundamentalmente materiales plásticos y Huelva, donde se fabrican sobre todo productos aromáticos, como los fenoles, con los que se fabrican los detergentes. En ambos casos, los complejos se encuentran cerca de refinerías de petróleo. El tercer polo está en Valencia; luego vendría Madrid, donde hay una fuerte presencia del sector farmacéutico, etc.”, explica Juan Antonio Labat, director general de la Federación Empresarial de la Industria Química Española (Feique).

El director insiste en aclarar que los polos industriales estaban instalados y funcionaban antes incluso de que hubiera población. En este sentido, Joaquín Martínez Triguero, investigador del Instituto Universitario Mixto de Tecnología Química de la Universidad Politécnica de Valencia afirma: “En España hay polos petroquímicos, pero los más peligrosos, como los que tiene grandes depósitos de combustible o gas en refinerías están muy alejados de viviendas. Lo de Tarragona ha sido una fatalidad. Con una bajísima probabilidad de que alguien fuera afectado a varios kilómetros, eso ha ocurrido”.

La normativa europea obliga a los países a identificar sus instalaciones industriales (no sólo química) con riesgos. En España “hay unas 600”, según recoge la agencia Sync en un reportaje sobre accidentes químicos de 2014. “En los 70 un accidente en una planta en Italia fue la causante de que apareciera la Directiva Europea de control de riesgos de accidentes por sustancias peligrosas. De ahí salió una contabilidad de las instalaciones industriales con riesgo”, dice en su texto.

“Hay lugares en España en los que la cercanía puede ser un problema. En muchos casos, las industrias estaban antes y por tanto, aisladas de una población que ha ido creciendo y ocupando el terreno. Sin embargo, el que se produzca una explosión como en este caso, es extraordinario. Estas plantas tienen bunkerizadas las salas de control para proteger a los trabajadores pero el resto no, porque están diseñadas para evitar explosiones”, opina Casals. «Este tipo de sucesos son infrecuentes, pero susceptibles de ocurrir, lo que nos debe servir para seguir mejorando en materia de seguridad. No obstante, y comparando los datos de la industria química con el resto de actividades económicas, presentamos un índice de Incidencia de Accidentes que, en 2018, fue casi ocho veces menor », dicen desde Feique.

Crecimiento

Los productos químicos, de los que los derivados del petróleo son una fracción, están en todas partes. Los encontramos en plásticos, fertilizantes, ropa, aparatos electrónicos, medicamentos o detergentes, etc. Incluso en un futuro cien por cien renovable estarán detrás de paneles solares, aerogeneradores, aislantes o baterías de coches. La última radiografía del sector de 2019 afirma que cada español consume unos 1.543 euros anuales en estas sustancias. “El futuro del petróleo y carbón es dejar de transformarse en carburantes para movilidad y seguir siendo fuente de materia prima”, dice Martínez Triguero.

Es por esto que la Agencia Internacional de la Energía lo considera “uno de los puntos ciegos clave en el debate energético mundial. Sólo los plásticos han superado a la de todos los materiales a granel (acero, aluminio o cemento), y casi se han duplicado desde 2000”. Para este organismo, los petroquímicos representarán más de un tercio de la demanda de petróleo hasta 2030, y casi la mitad hasta 2050, por delante de los camiones o la aviación. Un ejemplo de lo que está ocurriendo se detalla en una reciente publicación de la revista Yale Environment 360 en la que se afirma que grandes compañías del petróleo «están multiplicando su producción de plástico para protegerse de la posibilidad de una respuesta global contra el cambio climático.