Sección patrocinada por sección patrocinada

Coronavirus

Las cosechas, en riesgo por el coronavirus

El cierre de fronteras ha provocado que falten unos 100.000 trabajadores para las recogidas. El sector agrario pide que se priorice, como ha hecho Francia, la contratación pública y el consumo local para que se pueda recolectar sin tirar nada

El sector agrario mantiene el tipo y mira al medio plazo
El sector agrario mantiene el tipo y mira al medio plazoKai FörsterlingAgencia EFE

En España han quedado unos 6.500 trabajadores extranjeros que ahora no pueden volver

AlosAlos productores de frutos rojos de Huelva, el coronavirus les ha pillado en medio de la campaña de fresa. Un día antes de que el Gobierno decretara el estado de alarma, Marruecos cerraba sus fronteras con España impidiendo a los contratados en origen llegar hasta aquí. Del contingente total que se esperaba para esta campaña, unos 17.000 trabajadores, unos 6.500 estaban ya en la Península. «Aparte del déficit de trabajadores, los que ya estaban aquí tampoco pueden volver. A eso se añaden las restricciones de movilidad en Europa, por lo que los temporeros de Rumanía y Bulgaria tampoco han podido venir. Sumados, representan el 30% del personal. Por último, se han dado problemas de absentismo laboral de los trabajadores españoles, primero por las restricciones de movilidad entre provincias y luego por la posibilidad de multas si van en el coche cuadrillas enteras», explica Mireia Humanes, de la Asociación Agraria de Jóvenes Agricultores de Huelva. Lo que parecía un gran problema (más teniendo en cuanto que la fresa es un producto muy perecedero) se ha resuelto porque «cuando otros países han empezado a endurecer las medidas de confinamiento han dejado de hacer pedidos. La demanda ha bajado un 50%. El 80% del total de lo que produce Huelva se exporta», dice Humanes.

La falta de mano de obra está afectando a toda la Península. «Para garantizar el suministro nos faltan unos 100.000 trabajadores en el campo. Están teniendo problemas también en Extremadura, donde falta gente para el esquileo del ganado. En Huesca o Navarra falta personal para trabajar la fruta y en Guadalajara para la campaña del espárrago», explica Juan José Álvarez, director de Asaja Nacional y responsable de los temas laborales y fiscales.

Para solucionar los problemas, tanto en Huelva como en otros lugares, se han lanzado peticiones de mano de obra a las oficinas de empleo. Es una forma de dar la posibilidad de trabajar a parados de larga duración o de otros sectores ahora sin actividad. Sin embargo, el sector agrario echa de menos un impulso desde el Estado en este sentido.

«En Francia y Portugal se está facilitando la contratación pública», dice Álvarez. De hecho, el ministro de agricultura francés ha hecho hace unos días un llamamiento para que los trabajadores se unan al «gran ejército de la agricultura francesa». Otra de las ideas que propone el sector es que se deje rotar a los temporeros que ya están en territorio nacional. Alargando su estancia pueden ayudar en próximas campañas, como la del arándano que empieza a finales de mes o las de frutas tempranas que están al caer.

Los ganaderos están teniendo problemas, fundamentalmente porque su principal canal comercial, la restauración, está cerrada. «En Castilla y León al mes se comercializan 250.000 lechazos, 10.000 cabritos y 75.000 cochinillos que ahora no tiene salida. Esto está haciendo bajar los precios, de los más de 50 euros la unidad, ahora están en 3035. Se están retrasando las ventas, pero aplazar las cosas con estos animales significa agrandar el problema, mientras engordan los animales. Aparte de que hay muchas fincas que no se encuentran preparadas para tantos animales, existe el riesgo de que terminen sin darles salida», dice Donaciano Dujo, presidente regional de Asaja y ganadero.

CONSUMO

El campo ha decidido dejar sus reivindicaciones de los últimos meses a un lado y ponerse manos a la obra, incluso prestando maquinaria para la desinfección de pueblos y ciudades. Por eso piden que ahora se les trate como al sector esencial que son. Una de las principales quejas de las manifestaciones que han tenido por todo el país hasta la llegada del coronavirus hacia referencia a los bajos precios en origen. «Pedimos que se extremen las medidas de precaución para perseguir situaciones de especulación sobre todo durante el estado de alarma. En el campo se

está trabajando con relativa normalidad para garantizar el suministro, pero vemos casos de subidas de precios», explica Lorenzo Ramos, secretario general de la Unión de Pequeños Agricultores y Ganaderos. «El calabacín ha llegado a costar un 200% más en grandes mercados mayoristas», dice Marta Rivera, de la cátedra de Agroecología y Sistemas Alimentarios de la Universidad de Vic.

Esta misma semana, la Universidad y otras 200 organizaciones y colectivos han presentado una petición formal al Ministerio de Agricultura con la que solicitan, entre otras cosas, soluciones para los mercados de proximidad no sedentarios. «La producción agroecológica se sostiene gracias a la venta directa. Si no se les permite vender en sus canales habituales (mercadillos o grupos de consumo), tendrán que tirar el producto en un momento en que hay que garantizar el suministro. No es que se haya una prohibición, pero la normativa no está clara. En Baleares o Galicia siguen teniendo lugar, con todas las medidas de seguridad, que por otra parte ya son mayores de forma natural en los mercados de proximidad. En sitios de venta directa sólo el productor ha tocado el género a diferencia de lo que pasa en una gran superficie».

Incluso la FAO ha alertado de que la crisis sanitaria puede provocar desajustes en el sistema alimentario: «En un contexto de confinamiento, hay que hacer todo lo posible para asegurar que el comercio fluya tan libremente como sea permisible, sobre todo para evitar la escasez de alimentos. También es fundamental proteger a los productores y a los trabajadores del sector en el ámbito de la elaboración y la venta al por menor, a fin de reducir al mínimo la propagación de la enfermedad y mantener las cadenas de suministro».

Para los firmantes la solución pasa por la compra local y para eso también se pide el impulso de la administración como ha sucedido en Francia o Portugal. En ambos casos el Gobierno ha pedido a la ciudadanía que compren producto local. «El consumo ha cambiado. A nivel nacional, las compras en los grandes mercados las realizaban los hoteles y restaurantes. Ahora ya no yla venta ambulante y los mercadillos están parados. El ciudadano, por su parte, compra en el súper o mercado más cercano, no se mueve a grandes centros, y está priorizando los productos no perecederos. La red comercial también se está viendo afectada: no está llegando al pequeño mercado de barrio y en las grandes superficies se ha reducido el volumen de compra tras el primer boom de ventas», opina Manuel Piedra, secretario general de UPA Huelva.

Otra manera de evitar que no se coseche y que hay pérdidas en un momento tan delicado es «apostar por una compra pública local para hospitales, residencias, etc., que no ahogue aún más la agroecología. Es muy importante mantener este tejido local, porque es crítico para garantizar la seguridad alimentaria, sobre todo en situaciones de cierre de fronteras», dice Elisa Oteros, de Ecologistas en Acción.