La gran purga

La influencia soviética en los asesinatos de Paracuellos del Jarama

A finales de octubre de 1936, el embajador soviético sugirió la eliminación de los presos peligrosos, como se había hecho en Rusia

Imagen tomada en 1947 de familiares de las víctimas en el camposanto de Paracuellos
Imagen tomada en 1947 de familiares de las víctimas en el camposanto de Paracuelloslarazon

A finales de octubre de 1936, el embajador soviético sugirió la eliminación de los presos peligrosos, como se había hecho en Rusia. El agregado militar, coronel Goriev, informó a Moscú de la labor desarrollada por la NKVD durante el asedio de Madrid en un despacho del 5 de abril de 1937 y mencionó el nombre de Alexander Orlov como responsable del mismo en España. Otro de los agentes, será el periodista Mijail Koltsov, corresponsal de Pravda, descrito por Hugh Thomas e Ian Gibson como “el agente personal de Stalin en España” y como una persona que “en ocasiones tenía línea directa con el Kremlin”. Llegó a España el 8 de agosto de 1936 (antes del establecimiento de relaciones diplomáticas entre España y la URSS) y en poco tiempo había ganado una enorme influencia ante los cuadros del PCE, del gobierno y el ejército. Koltsov había estado alertando tanto al Comisariado como al Gobierno de Largo Caballero del peligro que representaban los miles de “fascistas” presos en las cárceles madrileñas. La versión de Koltsov la escribirá en “Diario de la guerra española”, publicado en Moscú en 1938.

La recomendación de la NKVD, de eliminar a los presos, la puso en marcha Pedro Fernández Checa, secretario de Organización del PCE y al servicio de los soviéticos, de quien dependía Santiago Carrillo como consejero de Orden Público. Fueron militantes comunistas y anarco-sindicalistas quienes se encargaron de los aspectos operativos. Los detenidos eran militares, sacerdotes y religiosos, dirigentes de los partidos derechistas y el resto de los sospechosos provienen de los listados de los suscriptores de los periódicos de derechas y de las listas de las congregaciones piadosas de las iglesias asaltadas. Ya el 4 de noviembre, miembros de la C.P.I.P. (Comité Provincial de Investigación Pública), conocida como la checa de Bellas Artes, inician una saca (expedición de presos para asesinar) a la localidad de Rivas Vaciamadrid, en su cementerio, milicianos de la UGT los fusilaron por la espalda. El 22 de agosto ya se habían procedido al asesinato de los presos más prominentes, diputados, antiguos ministros y dirigentes de partidos de derechas.

El 7 de noviembre se constituyó extraoficialmente el Consejo de la Dirección General de Seguridad. Se produjeron cinco sacas. Una de madrugada, procedente de la cárcel de Porlier y dos más durante el día, procedentes de la Cárcel Modelo (por la tarde) y la de San Antón (a primera hora de la tarde), respectivamente. Las tres terminan en Paracuellos del Jarama, donde fueron fusilados. Otras dos sacas, procedentes de San Antón, llegaron sanas y salvas a Alcalá de Henares, cómo era la intención oficial, el traslado de los presos a retaguardia. Sin embargo, gran parte de ellos, aquellos definidos como contrarrevolucionarios irrecuperables fueron eliminados.

El 8 de noviembre se producen las sacas mortales de las cárceles Modelo y de Porlier. La saca de la Cárcel Modelo, compuesta por 414 personas, termina en el Soto de Aldovea, en Torrejón de Ardoz. Al día siguiente se producen más expediciones provenientes de las cárceles Modelo y de Porlier. El 10 de noviembre, el general Miaja exige a Carrillo que finalicen las matanzas. Cuando el anarquista Melchor Rodríguez asume la Dirección General de Prisiones. Cesan momentáneamente las sacas. El 11 de noviembre, Santiago Carrillo, consejero de Orden Público, centraliza bajo su mando la represión contra los derechistas.

El 12 de noviembre, el cónsul honorario noruego Felix Schlayer, el doctor Georges Henny, delegado en Madrid del Comité Internacional de la Cruz Roja y Edgardo Pérez Quesada, encargado de negocios de la embajada argentina, localizan el lugar de enterramiento del Soto de Aldovea y constatan los asesinatos. El 14 de noviembre, la Junta de Defensa de Madrid publica una nota en la que califica de “completamente falsos” los rumores sobre fusilamientos de presos. El 15 de noviembre, Félix Schlayer localiza el lugar de enterramiento de los asesinados en Paracuellos del Jarama. No obstante, el 18 de noviembre, ante los ataques de los nacionales se reanudan las sacas. Entre el 22 de noviembre y el 4 de diciembre, se producen unas 16 expediciones de presos procedentes de la cárcel de Porlier, de San Antón y de Ventas. Entre ellos mueren el dramaturgo Pedro Muñoz Seca, el exministro y Rector de la Universidad CEU San Pablo, Federico Salmón y muchos religiosos cómo los 51 agustinos de la comunidad de El Escorial. El 4 de diciembre, debido a las presiones del Cuerpo Diplomático finalizan definitivamente las sacas.

El 8 de diciembre, el avión que transportaba a Georges Henny, delegado de la Cruz Roja Internacional, hacia Toulouse, con los documentos que prueban las matanzas de Paracuellos, pero fue derribado, aunque pudo realizar un aterrizaje de emergencia, el doctor resultó herido. El día 21 se descubrió que el avión había sido derribado por dos cazas republicanos Polikarpov I-15, pilotados por soviéticos.

El historiador Santos Julia atribuye la responsabilidad a los comunistas españoles: Manuel Muñoz, director general de Seguridad; Santiago Carrillo, consejero de Orden Público; y Segundo Serrano Poncela, delegado para la Dirección General de Seguridad y a los agentes soviéticos Mijail Koltsov y “Alejandro” Orlov, jefe de la NKVD en España.