Opinión

Rajoy y Cifuentes, a solas

A fecha de hoy, Cifuentes está a la espera de mantener una reunión «sincera» con Rajoy. A solas. Sin publicidad. Ambos han venido intercambiando llamadas al margen de una catarata de cábalas. En ausencia del jefe, cada cual ha hecho de su capa un sayo por el «caso máster». Pero quedan algunas certezas.

Cifuentes ha logrado mantener el arropamiento de Rajoy. También que cualquier decisión que afecte al gobierno de Madrid pasará por ajustarlo con la lideresa. Además, la sola idea de entregar un trofeo como el de la presidencia madrileña provoca pesadillas en el PP. Tanto como para empezar a intervenir Cospedal en el lío. Menos comprensible (así se ha interpretado en escalones intermedios del PP madrileño) es el «desgaste» sufrido a causa de la indiscreción de Maillo en sus contactos con Villegas.

La búsqueda de una salida «a la murciana» ha llevado al coordinador general a compartir con el secretario general de Cs incluso un catálogo de posibles relevos a Cifuentes, dejando a su interlocutor la capacidad de opinar sobre la idoneidad de los candidatos según lo combativos que hayan sido con los naranjas. El colofón fue que un micrófono indiscreto captó a Rivera dando por descontado el reemplazo. «No hay nada que negociar con el PP, andan barajando candidatos», dijo. Con esa convicción en mente, Rivera pudo tirarse sin riesgos a la piscina de sumarse a la moción del PSOE y ya respaldada por Podemos.

La política puede dar muchas vueltas, pero Rivera tiene muy desarrollado el instinto de conservación. La batalla con el PP puede llevarle a dar giros inesperados, pero no a tomar decisiones estratégicas de tan alto riesgo que puedan penalizarles más que darles. En la sede de Cs, ese debate está zanjado, para evitar la fuga de nuevos votantes decepcionados con el PP. En palabras de un destacado dirigente naranja, el jefe ha dejado claro a su núcleo duro eso de que, «con los morados, ni a la vuelta de la esquina».

Mientras, enfrente, en el momento en que el PP se siente desbordado por el empuje de Cs, forzar esa proximidad a Podemos, aunque sea en apariencia, puede servir de munición a los populares contra el empuje del rival en el centro- derecha. Cuando sus cuadros aprietan los dientes ante el robo de banderas y los votantes tradicionales sienten la tentación de abandonarles, Rajoy puede ordenar al cogollo del partido emplearse a fondo en las próximas semanas para arrinconar a Cs en el mismo eje que PSOE y Podemos. Lo resume así un interlocutor del presidente: «Mariano siempre será Rajoy y Rajoy, Mariano». En román paladino, tiene unas condiciones impresionantes para la «resistencia», y puede pasar como si nada ocurriese por medio de situaciones que para los demás parecen insostenibles. De ahí que Génova advierta: «Queda mucho por ver todavía». Si algo tienen asumido los cargos del PP es que «Cristina, si tiene que dimitir, no debería hacerlo hasta poco antes de sonar el gong para la moción de censura». Cuando se llegue a ese río, se verá si interesa cruzarlo.