Opinión
Cinco siglos de «Prusás»
La alta burguesía y el capitalismo catalán descubren América con tres siglos de retraso, y gracias a su españolidad, al amparo del Estado y al apoyo de La Corona, culminan pingües y no siempre ejemplares negocios. Esos estamentos sociales de la Cataluña del siglo XIX, se escandalizan cuando Weyler pretende convertir la colonia en una autonomía. El tejido de sus negocios es colonial, no autonómico, y se acusa a la Corona de favorecer los chanchullos coloniales de quienes crearon el nacionalismo.
Cataluña es mercantil, no aventurera. Se han iniciado los actos conmemorativos del V Centenario de la gesta naval impulsada por la Corona de España que supuso el descubrimiento del Pacífico y la vuelta al mundo de «La Victoria» al mando del marino guipuzcoano, hijo de Guetaria, Juan Sebastián de Elcano. Carlos I y Magallanes. El gran marino y navegante portugués, celoso de las honras que la Corona de España establece para los descubridores de América, se ofrece al Emperador para comandar la expedición española. Cinco son los barcos que la inician al mando de Magallanes. La Trinidad, San Antonio, Concepción, Santiago y Victoria. Muere Magallanes en Las Molucas y la durísima aventura se reduce a dos embarcaciones. La Trinidad fracasa por elegir el contrarrumbo para el retorno. Y la Victoria, ya al mando del seco, austero, decente y grandioso navegante español, el vasco De Elcano, logra culminar la epopeya. De los que partieron, sólo 18 llegaron a España.
En la expedición se enrolaron marinos y marineros portugueses, genoveses, sicilianos, franceses, ingleses, alemanes, flamencos, un monegasco, dos griegos, y dos servidores negros, siete árabes y un grupo de molucos que ayudaron a desentrañar los enigmas de los vientos y las mareas del Pacífico, que durante dos siglos fue conocido como «El Lago Español». El idioma de la navegación no era otro que el español, por razones de patrocinio. Y por ser españoles la mayoría de los navegantes. En torno a los 70 andaluces, 50 vascos, y parecido número de castellanos de las dos castillas y extremeños. Y también gallegos, asturianos, montañeses, navarros, aragoneses –del Pirineo de Huesca y la Almunia de Doña Godina–, madrileños, murcianos, valencianos, y canarios. Entre los levantinos, un marino hijo de balear y valenciana. Ningún catalán. El abuelo del gran promotor de la gesta, Carlos I, era Fernando de Aragón, el Rey Católico, que recibió a Colón en Barcelona después de la primera navegación a las Indias Occidentales. Ya era pujante la gran ciudad catalana. Pero sus navegaciones se reducían al negocio y el mercadeo por el Mediterráneo. Apenas colaboraron en las diferentes singladuras americanas y no aparecen en la gran gesta del descubrimiento del Pacífico y la primera navegación que demostraba, sin discusión posible, que la tierra era una esfera.
Juan Sebastián De Elcano recibió títulos y promesas. Se le asignaron por orden de la Corona quinientos ducados anuales y la autorización de añadir al escudo de sus raíces hidalgas el globo terráqueo con la leyenda «Primus Circumdedisti Me». De los dieciocho supervivientes que arribaron a Sanlúcar de Barrameda, doce eran españoles y seis nativos de diferentes islas del Pacífico. Desorientado por el incumplimiento de los honores y beneficios prometidos, el gran marino español se embarca en una nueva aventura y fallece en la mar vencido por el escorbuto.
Pero me sorprende aún no haber encontrado a ningún catalán en la lista de la gesta española. Muchos de tierra adentro y ningún español del golfo de León o la costa catalana hasta la desembocadura del Ebro. Gente de mares y vientos, pero a lo suyo. ¿Ya estaba en marcha el «Prusás»? Pues tal y como está el patio no puedo ni desmentirlo ni darlo por probable. Y han pasado cinco siglos.
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