Opinión
Sin novedad en La Habana
Si les cuento que no me ha sorprendido nada quién es el sucesor de Raúl Castro seguramente me creerán. De entre los regímenes comunistas que en el mundo persisten el más bruto, el más fanático, el más cerril es el cubano sólo precedido por Corea del norte. Hasta en aquellas naciones, como es el caso de China o Vietnam, donde el partido se ha perpetuado como fuerza dictatorial, ha conseguido hacerlo con la suficiente flexibilidad como para conseguir que las gentes prosperaran y que llegaran a creerse que el sistema capitalista es la forma peculiar del comunismo en esas tierras. Deng Xiao Ping se adueñó del famoso proverbio chino que afirmaba que «gato pardo o gato blanco no importaba, lo importante es que cace ratones» y dio así inicio al primer gobierno comunista que no ha causado la miseria y la muerte de millones.
Podrá objetarse con toda la razón del mundo que el partido comunista chino no ha dejado de limitar libertades elementales, pero es imposible negar el espectacular avance económico, educativo y social que ha provocado en las últimas décadas. Cuba es la amarga, dura y testaruda excepción. Se cuenta que ya Raúl Castro comenzó a realizar estudios sobre la posibilidad de que la isla caribeña copiara a China. No han sido los comunistas cubanos nunca muy duchos en materia económica, pero no tardaron en percatarse de que Cuba no es China y –lo que es peor– los cubanos no son chinos. Se pensó entonces en el modelo vietnamita por eso de que se trataba de un país agrario y a lo mejor resultaba más fácil copiar sus logros.
Afirman que el nuevo presidente de Cuba seguirá en esa misma línea. Vano empeño. Raúl continúa siendo secretario general del partido comunista –es decir, capo di tutti capi– y el ejército, sostén irrenunciable del régimen, se halla sujeto con firmeza por las manos de otro Castro, Alejandro.
Es triste tener que reconocerlo, pero no hay esperanzas fundamentadas no de que Cuba sea libre sino de que tan sólo llegue a comer de manera razonablemente digna. Para colmo, las posibilidades de ir vomitando a sus hijos hacia otros lugares, en especial Estados Unidos, no van a resultar fáciles. Todo sigue sin novedad en la Habana y, a decir verdad, únicamente el día en que la dictadura desaparezca podrá haber cambios reales.
✕
Accede a tu cuenta para comentar