Opinión
El efecto imitación
El terrorismo yihadista produce ante todo terror en la ciudadanía, pero hay una minoría, ajena en principio a las ideas del islamismo radical, que se siente fascinada por la repercusión de los atentados y la aparente facilidad para cometerlos. Se trata de un beneficio añadido para los yihadistas que, sin tener que mover un dedo, logran mantener el miedo entre las sociedades occidentales. Ahora los ciudadanos, aunque se aclare que el autor de una acción criminal no pertenece al Estado Islámico ni a Al Qaeda, no se queda más tranquilo. Durante horas ha interiorizado que era islamista, y el saber que es una persona o personas desequilibradas no le libera del miedo acumulado y, sobre todo, de las consecuencias del atentado. El Estado Islámico o Al Qaeda se han dado cuenta de ello y se libran de cometer los errores del pasado, cuando asumían la autoría de cualquier ataque en Occidente. Ahora, cuando reivindican alguna acción, queda claro que son ellos, con lo que demuestran que tienen el control de los «actores (lobos) solitarios)» y si algún perturbado les imita, colateralmente les beneficia. Una siniestra pescadilla que se muerde la cola y por la que los islamistas no van a hacer nada para que desaparezca. En las últimas semanas, se han producido dos casos, en Alemania y Canadá, en que individuos aparentemente trastornados han seguido el guión de atentados como los de Berlín o Barcelona, mediante el atropello masivo. El Estado Islámico es consciente del efecto imitación y también de que para perpetrar este tipo de acciones criminales no hay que consultar ningún manual. Los medios de comunicación, al informar de los hechos, lo que es una obligación (ocultar el terrorismo sólo consigue que sus miembros busquen atentados más espectaculares para que, al final, haya que dar la noticia) fascinan a individuos que, por su salud mental, son potencialmente influenciables.
Que den el siguiente paso o no depende de ellos y es muy difícil evitarlo, ya que a menudo son personas fuera de los círculos de vigilancia de las Fuerzas de Seguridad. Un nuevo peligro, por si había pocos, para Occidente. Y los yihadistas mientras siguiéndolo por televisión en cercanas o lejanas guaridas.
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