Opinión
Corea
Tal vez dentro de algún tiempo –ojalá sea lo más corto posible– podamos escribir el nombre de esta nación sin tener que añadirle el estrambote de Norte o Sur.
A algunos podrá parecerles este deseo una utopía irrealizable después de más de setenta años de hostilidades. Sin embargo ¿quién hace unos pocos meses hubiera podido imaginar un prometedor principio de reconciliación a ambos lados del paralelo 38?. La historia, a veces, reserva estas sorpresas.
Al Papa la noticia del acercamiento le ha causado una gran alegría. Días antes del encuentro había formulado su deseo de que el encuentro entre los líderes de las dos Coreas fuese «una ocasión propicia para entablar un diálogo transparente y un recorrido concreto de reconciliación y de fraternidad reencontrada».
Francisco viajó a Corea del Sur en agosto del 2014;después de su viaje a Río de Janeiro con ocasión de la Jornada Mundial de la Juventud, meses después de la dimisión de Benedicto XVI, y de la prioritaria visita a La Tierra Santa fue el país asiático el que abrió la lista de sus salidas fuera de Italia. En su primer discurso pronunciado en Seúl ante las más altas magistraturas de la república expresó su apoyo «a los esfuerzos en favor de la reconciliación y de la estabilidad de la península coreana» y pidió que se abatieran «los muros de la desconfianza y del odio». Y en un encuentro con los jóvenes dijo: «Corea es una, es una familia; vosotros habláis la misma lengua, la lengua de la familia, sois hermanos que habláis la misma lengua».
Menos de cuatro años después esas esperanzas comienzan a realizarse.