Opinión

El agente naranja

La encuesta del CIS es la penúltima bomba que ha lanzado Ciudadanos, primero agente naranja, ruidoso y letal, que dejó a sus rivales con malformaciones que han ido aumentado conforme la batalla avanza. El partido de Rivera se transformó, por miedo al desgaste prematuro, en gas sarín, que, a decir del diccionario, tiene un efecto paralizante sobre el sistema nervioso, de tal manera que en dosis moderadas provoca mareos y pérdida de conciencia y en una cantidad mayor, aún no probada en las encuestas, la muerte.

Duda todavía Albert de a quién lanzar el ataque final, si a diestra o a siniestra, aunque es de suponer que le agradaría más la primera opción. Tiene que manejar la toxicidad con mucha astucia o se le volvería en su contra. No le conviene un muerto todavía porque entonces Ciudadanos tendría que hacerse el vivo, proponer algo serio, gobernar en algún sitio, patalear en el parlament, y le va mejor ir adormeciendo al enemigo con los fallos que ellos mismos cometen mientras seduce al electorado con buenos propósitos y candidatos que llaman «limpios» y, añado, a la moda. Ese pijerío urbano y joven que prefiere a Carolina Durante antes que a Taburete. La moda pasa, pero el estilo permanece. La cita es de Chanel ya que estamos a vueltas con la elegancia. Por si el bipartidismo, ese sí que finiquitado, la quiere usar.

Populares y socialistas van sintiéndose mal como si fueran ex espías de Putin de novela negra, esos que deambulan en un sueño. Nadie encuentra la rendija por donde le llega el veneno y por más doctores que visitan no encuentran antídotos. Sólo el dios del tiempo estaría en posesión del remedio. Cronos. La eternidad de un año. La esperanza de que queda bien decir que se elige a Ciudadanos aunque en el armario del votante la papeleta sea otra distinta, azul o roja. Puede que estemos ante un espejismo y a la hora de la verdad el gas tóxico se convierta en el de la risa. A pesar de los escándalos, el PP sigue como el más votado. Caída libre, dicen. Diríase más bien que resistencia a prueba de bomba. Por ahora todo es gaseoso. Mientras, Podemos puede ser, quién lo diría, el mejor aliado de Rajoy. Cuánto más arda la calle y el español medio sienta el calor con el que abrasa el radicalismo, más verá en el presidente la figura del aguador. Iglesias fue en su día el agente morado y luego quedose en padre de familia. Sus armas de destrucción masiva eran de fogueo. El nuevo «killer» es de comedia rosa si bien tiene sobre sus oponentes la fuerza de Tarantino. De la marea al mareo.