Esperando a Albert

Conocemos las teclas que tocar y cómo aplicar el 155. Blando, duro, mediopensionista... Sobran los adjetivos». Así resumía en privado Pedro Sánchez su reunión con Mariano Rajoy. En la actual situación resulta esencial haber podido percibir la sintonía del presidente y el líder del PSOE. El martes hubo incluso sonrisas en la escalinata de La Moncloa. Rajoy y Sánchez han desplegado una estrategia común: el interés general, sobre ideas básicas comunes a las que luego cada cual dibuja los matices propios. Ambos estuvieron en contacto todo el fin de semana. Por eso apenas necesitaron tres cuartos de hora para escenificar la respuesta común de aviso a Quim Torra y sus tentaciones delictivas. Algo que me maravilla de la Cataluña «oficial» es ver cómo el independentismo se sube a la tribuna de oradores del Parlament para hablar de alucinaciones ilegales y, sin embargo, los demás, incluso los diputados de la oposición, escuchan con la seriedad de quien oyese propuestas lógicas. Pienso siempre, cuando los veo por televisión, que se trata de un Club de la Comedia donde nunca arranca la risa del público. Una y otra vez la misma historia y siempre unos espectadores que aportan solemnidad a lo que allí sucede; algunos, seguramente, por ver si se trata de un mal sueño del que despertarán. Pues no: cada monologuista es más excesivo que el anterior y ahora ya su perorata la guía un racista acreditado. Poca broma.

De ahí la trascendencia del acuerdo de Rajoy y Sánchez, mano a mano, con los mismos criterios, sin reservas ante la opinión pública. Más si cabe cuando, una vez apagados los micrófonos, ninguno confía en que el nuevo president haga algo distinto a saltarse la ley. De ahí que el desconocimiento sobre los desatinados pasos que vaya a dar el peligroso xenófobo Torras obligue a reservarse un nuevo 155. Con todo, la experiencia es un grado. Una vez se dé de nuevo el paso, definirán el «para qué», y «por cuanto tiempo», debe aplicarse el instrumento constitucional para restablecer toda la legalidad. Hoy comprobaremos si las discrepancias expresadas por Albert Rivera pesan más que su sentido de Estado, que lo tiene. Pero, el presidente del Gobierno escuchará con atención las propuestas del líder del partido más votado en Cataluña sobre controlar los Mossos y TV3.