Opinión
Entre «más de lo mismo» y «un equipo de jóvenes»
A unas horas de que la Junta Directiva Nacional del PP fije la fecha y el lugar del Congreso extraordinario que elegirá el sucesor de Mariano Rajoy, destaca el silencio prudente que los barones han establecido, en contraste con el hervidero de llamadas cruzadas que han mantenido entre ellos de forma «reservada». Lógicamente, el momento del PP es de efervescencia. Nadie con «mando en plaza» desea ser el culpable de la chispa que pueda incendiar todo en un minuto tan extraordinario como la elección del nuevo líder, máxime con unas elecciones municipales, autonómicas y europeas a la vuelta de la esquina. «Acertar» en el cónclave es «vital» para el futuro de quienes se examinan en las urnas de aquí a un año.
Ahora mismo nada puede asegurarse, pero las miradas siguen apuntando hacia Alberto Núñez Feijóo como sucesor lógico. «Tiene más apoyos que nadie», es respuesta casi espontanea entre los dirigentes que hablan. Su círculo más íntimo asegura pese a todo que «lo está meditando», aunque cuando llegue la hora creen que «dará el paso». De cualquier modo, con las normas establecidas, Feijóo (o cualquier otro candidato que desee presentarse) podrá hacerlo entre los siete y los 15 días siguientes a que la Junta Directiva Nacional convoque el Congreso, es decir, del 18 hasta el 25 de junio. Así que muy probablemente todavía habrá que esperar unos días para que anuncie su decisión. Una buena mayoría de voces populares opinan que el presidente de la Xunta es una garantía no sólo para mantener unido el PP, sino para relanzarlo ante la atropellada carrera de citas electorales que se viene encima. No obstante, ya surgen «pintorescos» nombres al socaire de la confusión, como el del senador balear, José Ramón Bauzá, o el del ex ministro de Exteriores, José Manuel García Margallo, si bien son percibidos como meras «extravagancias personales». Distinto interés despiertan las plataformas de apoyo a María Dolores de Cospedal y a Soraya Sáenz de Santamaría que brotan de aquí para allá. ¿Darán el salto? Esta es la pregunta del millón en el Partido Popular y extramuros.
Ambas dirigentes tienen trayectoria sobrada. Desde luego. El hándicap pasa por su relación con «la etapa anterior». Claro. Difícilmente podrían superar el periodo de casos judiciales que esperan a su formación los próximos meses. «Se necesita alguien que llegue ligero de equipaje», apuntan desde Génova. Tampoco es un escollo menor que ambas, por su proximidad con Rajoy y sus políticas, tengan complicado marcar el perfil regenerador y próximo deseado por las bases del PP. La «número dos» del partido, a decir del runrún interno y hasta externo, presta su ayuda al aterrizaje de Feijóo. Barajaría a estas horas poner luego rumbo a una nueva lista electoral, una vez que ya ha descartado encabezar por cuarta vez consecutiva la candidatura del PP en Castilla-La Mancha. En cuanto a la ex vicepresidenta, a la intemperie como diputada rasa, hay quienes alertan de que se avendrá a dar un paso político atrás para recolocarse como secretaria general de Feijóo, si bien otras fuentes populares garantizan su rápido abandono de la política hacia una empresa privada. Son, a expensas de otros movimientos, incógnitas que ellas mismas deberán despejar pronto. Pero, también otros destacados mandatarios del PP muy apreciados entre los militantes tendrán algo que decir los próximos días. Porque muchas miradas se posan en ellos. Como el portavoz en el parlamento europeo, Esteban González Pons, o el vicesecretario general de Comunicación, Pablo Casado, quienes podrían sentirse cómodos con la llegada de Feijóo a la séptima planta de Génova 13, pero -nadie lo duda en su entorno- empezarían a mover sus piezas si quien adquiriera mayor protagonismo fuese Sáenz de Santamaría.
A pesar de los impulsos de ciertos rostros veteranos por «atornillarse», no sólo es fundamental elegir bien el nombre del timonel. Además, deben resolverse otras cuestiones esenciales, como si al final se opta por un «más de lo mismo», tuneando lo que hay para remozar por adición, o bien se opta por una renovación generacional profunda de la dirección a través de un «gran equipo» de jóvenes que puedan construir un moderno y cercano «nuevo PP» creíble para los ciudadanos y con largo recorrido por delante.
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