Opinión

Pepito Grillo de Sánchez

Tal vez la bofetada más íntima le llegó a Pedro Sánchez poco antes de su comparecencia en el Congreso por la venta de armas a Arabia Saudí. Se la propinó Margarita Robles. La ministra de Defensa culpaba al presidente de desautorizarla hace apenas un mes en su pretensión de incumplir un contrato de venta de 400 bombas de precisión. El órdago, lanzado a su paso por Espejo Público de Antena 3, pilló a La Moncloa por sorpresa y llenó de inquietud a los mandamases socialistas, que pensaban que la ministra debía haber hecho suya la decisión.

En los centros de poder se rumorea cada vez con mayor intensidad sobre la pérdida de confianza de Sánchez en Robles. Compañeros del Consejo de Ministros la empiezan a ver “desorientada” y, sobre todo, “alejada” del “núcleo duro” del jefe. En el Gobierno hay quienes no entienden sus salidas de tono ni comprenden a qué juega. Más aún cuando la responsable de Defensa es muy consciente de que el régimen saudí “mira con lupa todas las declaraciones”. La Moncloa ya hubo de sortear la amenaza saudí de cancelar el contrato para construir cinco corbetas en los astilleros de Navantia, de los que dependen 6.000 empleos en la Bahía de Cádiz. Presionado por los miles de trabajadores y la exigencia de la Junta de Andalucía de resolver el entuerto, el Gobierno se ve ahora aún más urgido, en un contexto de precampaña y con el propio presidente a punto de desembarcar en Sevilla para un Consejo de Ministros Extraordinario al que seguirá una cita con Susana Díaz en San Telmo.

El entorno de Sánchez tiene asumido su poco margen de maniobra. En privado, se reconoce incapaz de zanjar la inquietud existente. Tan es así, que el presidente acepta las criticas de Podemos y demás socios como “un mal menor” comparado con la posible ruptura de contratos del régimen saudí con empresas españolas. Por ello, la ministra de Defensa, empeñada en hacer hincapié en la violación de derechos humanos, se ha convertido en una pesadilla. En un fastidioso Pepito Grillo. El asesinato de Jamal Khashoggi ha añadido carga a un Pedro Sánchez que desea ir al tran-tran de la respuesta de la comunidad internacional. El líder socialista está comprobando en sus propias carnes la distancia que hay entre las musas y el teatro de la realpolitik.