Opinión

Elecciones en marzo

«El PNV no va a desgastarse en tu empresa fallida». Fue el mensaje, más o menos literal, que hizo llegar Andoni Ortuzar a Pedro Sánchez. A partir de ahí estaba todo dicho. El Gobierno debía empezar el viraje sabedor de que los independentistas catalanes están enrocados en el «no» a la negociación de los Presupuestos. Sánchez había soñado arrastrar al PDeCAT y a ERC con el cuento del temor a unas generales que pudiera dar al traste con su «influencia» en La Moncloa.

Pero la tozudez de la realidad acaba imponiéndose. Y su plan para agotar la legislatura no da más de sí, una vez forzado a no presentar en el Congreso unas cuentas públicas propias. Ante este panorama, Pedro Sánchez ya contempla con su equipo convocar las elecciones para marzo. José Luis Ábalos, «vicepresidente en la sombra», es uno de los más fervientes partidarios. Así se entiende mejor que algunos estrechos colaboradores del presidente repitan eso de que «el tiempo se agota» o «el rumbo de la legislatura se juega de aquí a finales de año». El Gobierno ya apenas se sostiene en pie. Los socialistas observan cada vez con mayor zozobra a tantos ministros en la picota y las enormes disfunciones internas del gabinete.

Según los cálculos de La Moncloa, con el PP lamiéndose las heridas tras un batacazo electoral en Andalucía y Podemos igualmente deshecho, y con los sondeos que, aunque disparan a Cs, colocan al PSOE como primera fuerza, todas las cartas les pintan para llamar a las urnas a la vuelta de las Navidades. Adelantando las elecciones al primer trimestre de 2019, Sánchez puede centrarse incluso en un discurso victimista contra diestra y siniestra por hacer inviable su mandato. El reloj del presidente ha iniciado la cuenta atrás.