Opinión

Turguéniev, doscientos años

Hace algo más de un año, una amiga muy querida se acercó a recoger un volumen de novelas de Turguéniev a una librería de Zaragoza. El librero, totalmente sorprendido por la compra, le preguntó si todavía había gente que siguiera leyendo al extraordinario escritor ruso. No exageraba. En España, siquiera porque el gran amor de Turguéniev fue española, deberíamos manifestar algún interés por este genio, pero me temo que el dueño de aquella librería estaba bien informado. Es una verdadera lástima porque su obra abriga un inmenso tesoro incluido, por ejemplo, su enorme interés, como en tantos rusos, por la figura del Quijote.

Con seguridad, algunos lo considerarán anacrónico, pero a esos ignorantes hay que advertirles de que no sólo su estilo literario era muy superior al de Dostoyevsky o Tolstoi sino de que además abordó temas de una actualidad innegable. Sus «Relatos de un cazador» fueron más importantes para acabar con la servidumbre en Rusia que «La cabaña del tío Tom» para atacar la esclavitud en Estados Unidos. A ello hay que añadir que muy pocos han descrito también el choque generacional como él lo hizo en «Padres e hijos», recientemente convertida en una extraordinaria serie televisiva en Rusia. Menos autores todavía han logrado expresar con más brillantez y agudeza la vacuidad de esos progres que quieren redimir a los demás sin conocerlos como Turguéniev lo hizo en «Suelo virgen». A decir verdad, cualquiera que se acerque a esas páginas entenderá a la perfección a sujetos de la calaña de Pablo Iglesias, el del casoplón. Durante años he leído y releído las distintas obras de Turguéniev, en mi infancia y juventud en español y después en ruso.

Siempre lo encuentro elegante, delicado, incisivo y profundo. Cuenta sin desarrollar tesis, enhebrando simplemente los hechos, unos hechos que, situados en la Rusia del siglo XIX, podrán darse en cualquier sociedad del siglo XXI. No espero mucha conmemoración en España del bicentenario del nacimiento de Turguéniev teniendo en cuenta la manera en que olvidó de forma casi completa a Gironella el año pasado. Sin embargo, me voy a permitir formular desde aquí una recomendación: no dejen concluir 2018 sin comenzar a leer alguna de las novelas de Turguéniev. Se encontrarán con mujeres y con hombres, con situaciones y con problemas mucho más reales y humanos de los que puede contemplar en televisión a cualquier hora del día.