Opinión

¡Salud!

La sanidad regresa a las mejores pesadillas de Susana Díaz. En plena resaca del último debate electoral, la presidenta amanece hoy con una huelga de médicos en los centros de salud. Si los hospitales aportan los grandes remedios, los ambulatorios canalizan las preocupaciones diarias. Sus salas de espera son el lugar donde la palabra paciente se carga de significado, obligados como estamos a dejar pasar nuestro tiempo hasta que el reloj de la sanidad, siempre acumulando retraso, se pone en hora. Díaz conoce perfectamente el poder de arrastre de la mala prensa sanitaria. En esta legislatura cortó dos cabezas que salvaron la suya, el cortafuegos llegó al consejero de Salud. Las protestas masivas de Granada contagiaron a toda Andalucía y llegaron a las puertas del despacho de la candidata del PSOE. Ese mismo lugar se inundará mañana de batas blancas.

La salud de los andaluces se come casi un tercio de los Presupuestos de la Junta. Los candidatos saben que en esa grieta pueden ahondar, tirando de propuestas o directamente de demagogia. Del PP ya ha salido el compromiso de acabar con las listas de espera, un modo fácil de crear una coletilla pegadiza, como las siglas BMI (bajada masiva de impuestos), nada que ver con el Fondo Monetario Internacional que estruja el presente de los países. Las respuestas sanitarias de Adelante acatan directamente las quejas médicas. Les ofrece duplicar el tiempo de atención: de cinco a diez minutos para que puedan decir algo más que buenos días. Es una cuestión de tiempo y de mucho dinero. Decía Aute que la vida es eterna en cinco minutos, pero en un día de los de rutina marcada y cuarenta pacientes por ver, cinco minutos solo valen para que una canción sea demasiado larga.

El auge de los seguros privados de salud es una de las respuestas a los recortes en la asistencia. Al médico hay que seguir acudiendo y la urgencia propia no suele corresponderse con la de los hospitales, obligados a demorar citas a riesgo de desatender a los ciudadanos. El efecto de las pólizas se mide también en la menor disposición de profesionales, que buscan sueldos más altos y mejores condiciones. Uno de los servicios más costosos para las familias es el dentista. Ahí también ha lanzado su caña Teresa Rodríguez. Ahora, solo son gratis las extracciones y determinados servicios para los niños -la ortodoncia, por supuesto, no está entre ellos-. Su inclusión en el catálogo asistencial público supondría un gran alivio económico. Parece una promesa efectiva por su impacto inmediato, pero ¿es posible? Me lo preguntaba en voz alta y una mente preclara respondió a mis dudas con el ejemplo de la Ley de Dependencia. Después de unos primeros años de bloqueo, se está cumpliendo, una revolución para doscientas mil personas y sus cuidadores que Andalucía soporta casi en solitario. El Gobierno debe empezar a acatar sus leyes y aportar la mitad de los 1.200 millones que cuesta solo este año. Cumpliendo esos y otros compromisos presupuestarios con la comunidad, podremos decir esta boca es mía... y no me ha costado una pasta.