¡Viva Andalucía!

Muy pocos, y entre ellos no está el fantástico CIS de Tezanos, habían previsto lo ocurrido en Andalucía. Los andaluces han acabado con cuarenta años de régimen socialista, han indicado a Pedro Sánchez la puerta de salida y han reorganizado la derecha española. El impulso es de fondo y vuelve a situar a Andalucía en el centro de la política nacional, de donde los socialistas siempre la han querido mantener apartada, como las oligarquías nacionalistas han mantenido y siguen manteniendo sus cortijos exclusivos en Cataluña y en País Vasco. El mito del nacio-regionalismo andaluz ha estallado por los aires.

No es sólo que el voto andaluz se expresa en clave nacional. Es que el votante andaluz ha votado para comprometerse con España, con su continuidad y su unidad. De ahí el hundimiento de los podemitas, encerrados en un populismo minoritario, nutrido de la visceral aversión que hacia su país siente buena parte de las elites gobernantes, también las académicas, las intelectuales y las del «show business». Por su parte, la imposible apuesta de Sánchez por gobernar contra el PP y en general contra la derecha, es decir contra la mitad de España, con los apoyos de los nacionalistas y del populismo de izquierdas, ha recibido en pocos meses una respuesta contundente.

Es el primer aviso de lo que viene. Está claro que el electorado español le va a coger gusto a decir «No» a la sistemática manipulación de la realidad, a ese mundo de fantasía –pura post verdad, nunca mejor dicho– postmoderna y retromarxista en el que se ha encerrado el progresismo. Nadie, salvo Vox, lo tiene fácil en esta nueva etapa. El Partido Popular habrá de compaginar estos desafíos ideológicos y culturales que ha preferido ignorar con un nuevo programa reformista de fondo. Y Ciudadanos no debería caer en la tentación de seguir haciendo como que cree que el PSOE sigue siendo un partido de gobierno. Por ahora no lo es. Así lo han entendido los andaluces y así se la han hecho saber al resto de la ciudadanía.