Opinión

La violencia ya está aquí

Por Enrique Galván Lamet, director de Plena inclusión

Triste, difícil, pero es una realidad. La violencia ya ha llegado a la sociedad española, catalana, andaluza,… a toda la sociedad. La violencia no es la manifestación física de la misma. La violencia psicológica, la violencia verbal son el preámbulo inevitable del último peldaño que es el deseo de la destrucción del otro. Un proceso de deshumanización de las personas por el que desde nuestra percepción los otros dejan de ser padres o madres, hermanos, amigas, vecinos, compañeras y solo se convierten en enemigos. Fenómeno que nos permite desear y actuar para provocar la eliminación del otro. No hay personas hay etiquetas: golpistas, fascistas, femininazis, populistas bolivarianos...

Despojamos al prójimo de todos los atributos necesarios para poder empatizar. Su yo personal, su realidad afectiva, su riqueza intelectual, su historia conectada a la nuestra y su capacidad de amar.

Esto no es nuevo. La historia está plagada de episodios donde el odio gana la partida. Los discursos de guerra, de sangre, de amenazas, son la eficaz fórmula para avivar la chispa que incendie las relaciones, las identidades. Ese imparable terremoto que invade nuestras almas, nuestros hogares, barrios y sociedades. Nos animaliza, con perdón de los animales, y el instinto de eliminación del competidor campa libremente por nuestra realidad social como un caballo desbocado del apocalipsis. ¡Qué bien lo contaban nuestros abuelos y qué pronto lo hemos olvidado!

No somos peores que nuestros antecesores, pero tampoco somos mejores. No estamos a salvo de la barbarie. Pensar, que eso no pasara en mi pueblo, es un dulce sedante, incapaz de aplacar este cáncer que nos corroe.

Señores, señoras esto no es Netflix. Esto es real. La violencia ha llegado y tardará en marcharse. No desconectemos los discursos incendiarios de las acciones violentas, leamos los diarios de sesiones, los tuits y las declaraciones y busquemos su correlato en los efectos en la calle de nuestras ciudades y pueblos; de lo hecho por lo dicho.

¿Dónde olvidamos la cultura de la paz construida con dolor generoso de la transición? ¿ Dónde están nuestros iconos de libertad sin ira? ¿ Dónde quedó la dignidad del pueblo ante ETA, desde la paz construir la paz?

Vientos de violencia y confrontación soplan fuertes y claros. La paz se esconde en la sombra. Nuestros hijos esperan de nosotros una respuesta de fraternidad. Escondida, asustada, manipulada la ciudadanía calla.