Opinión

La Arcadia de Arcadi

Leo que van a querellarse contra el periodista Arcadi Espada por un delito de odio; una secuela más de su intervención en el programa «Chester». Como les supongo informados me limito a recordar lo más mollar del asunto: en prime time televisivo nuestro protagonista vino a decir que si a quien espera un niño se le advierte de que nacerá con gravísimas deficiencias, eso supondrá un costo para la sociedad que podría haberse evitado. Evidentemente abortando. La consecuencia es que de no abortar deberá asumir «primero la responsabilidad moral de haber traído en esas condiciones un hijo al mundo. Y luego la responsabilidad económica». No sé si me dejo algo, pero esa es la idea.

El querellante es Dincat. Leo en su web que es una federación para la defensa de los derechos, la dignidad y la mejora de la calidad de vida de las personas con discapacidad intelectual o del desarrollo y sus familias. Ya veremos en qué queda esa querella; personalmente no soy muy amigo de ir por la vida con el Código Penal al cinto, de tenerlo como libro de cabecera o manual para la solución de conflictos varios. Si hay odio ya lo dirán los tribunales, aunque más que atribuírselo a Arcadi Espada habría que sentar en el banquillo a la ley del aborto, que es la que lleva a planteamientos quizás no de odio, pero sí de crueldad.

Cuando se promulgó comenté que era un monumento al más recalcitrante machismo. No habla de aborto y sustituye esa molesta realidad por la asepsia de la salud reproductiva y sexual: el nasciturus ya no es un «otro», un ser humano distinto de la madre –lo dijo el Tribunal Constitucional–, ni siquiera lo califica como un producto de la gestación, sino que es una patología y si la madre no se cura, será la responsable de un padecimiento que endosa a la sociedad: ahí están muchos como Arcadi para recordárselo. El padre es irresponsable por ley y la madre queda bajo la presión de los familiares y del padre, si no ha desaparecido, que es lo normal. Es ella quien en soledad asume el trauma de liquidar al hijo que esperaba, quien llevará de por vida el síndrome postaborto. Eso es liberación para el feminismo radical o de 8M; responsabilidad para los variados Arcadis, y para las clínicas abortistas, ganancia.

Frente a los que hablamos de un ser humano en gestación, intuyo que Arcadi Espada sigue un planteamiento, llamémosle liberal, que al final no anda muy alejado de otros antitéticos. Y es que desde que debutó en la historia la eugenesia espartana, me es indiferente que se milite en la implacable crueldad del colectivismo marxista o en la chulesca tiranía nazi o fascista o en la aseada frialdad del liberalismo radical. En torno al no nacido todos esos tiranos se abrazan como hermanos e ignoran su dignidad de ser humano.

Imagino que precisiones como que la dignidad del ser humano radica en el hecho de serlo, por grave que sea su discapacidad, y que no es reducible a términos económicos, resbalará a los integrantes de esas tribus. Todos acaban cosificándolo: el nazi obsesionado por la pureza racial veía cucarachas en los judíos; el marxista, un perro, una rata en quien contrariase al Estado totalitario y el individualismo liberal me temo que ni siquiera eso: descolgándose por la escala ontológica del ser, no ve ni animales ni insectos, sino productos defectuosos, antieconómicos, desequilibradores presupuestarios y, eso sí, ganancia para las cuentas de resultados de las clínicas abortistas.

Leo que Arcadi Espada es cofundador de Ciudadanos, formación empeñada en mercantilizar la maternidad, de concebirla como un rentable centro productivo y que fuera del tema catalán no es que desbarren, es que ignoro si tienen idea conocida de qué es la persona y su dignidad. En fin, debería pensar Arcadi Espada qué futuro le aguarda –también a nosotros– con su eugenismo, si llevará a que, con el tiempo, alguien nos desclasifique y amortice como unidad humana productiva, y no necesariamente por viejos o por enfermos. Quizás esa sea su Arcadia feliz. Yo prefiero un mundo más defectuoso y antieconómico, pero humano.