Opinión

Interés general

Es el levantamiento nacionalista catalán lo que ha llevado al estallido del centro derecha en nuestro país. Antes, durante y después, quedó demostrada la incapacidad de las fuerzas políticas nacionales para encontrar una solución «política», es decir capaz de restaurar la convivencia en el marco constitucional, dentro del respeto a la nación, su unidad y sus instituciones. Es así como la crisis secesionista puso en claro el vacío creado en torno a la idea misma de nación española. Lo que se reveló en 2017 es una arquitectura política de la que había quedado sustraída la noción de España.

Al revelarse ese vacío con la fuerza con la que lo hizo aquellos días y luego en la precaria articulación de la coalición del 155, empezaron a salir a la luz otros puntos ciegos, presentes en el debate público –como tantas veces han demostrado las páginas de LA RAZÓN– pero muchas veces mantenidos, de forma consensuada, fuera de la esfera de la acción política: la cuestión del género, la Memoria histórica, el castellano y las lenguas de España, las Comunidades Autónomas, la inmigración, la caza, la tauromaquia... Vendrán otros, entre ellos el papel de nuestro país en la UE.

Mucho de lo que hasta ahora la opinión aceptaba dejar de lado por el bien común ha pasado a primer plano, arrastrado por la desconfianza que suscitan, después de lo ocurrido, los partidos y los dirigentes tradicionales. Y no sólo es que una parte de la opinión pública haya dejado de sentirse representada por quienes previamente eran sus portavoces indiscutibles. Es que la misma posición antes considerada aceptable, o incluso natural, resulta ahora casi incomprensible.

Como es natural, los partidos tradicionales, incluido Ciudadanos, tienen dificultades para responder a esta nueva situación. El recién llegado –que es Vox– se enfrenta de nuevas a la tarea de construir una nueva propuesta de índole nacional capaz de acoger todos estos elementos. La preocupación por el interés general llevaba a su apartamiento: así lo aceptaba, por patriotismo, una mayoría de los españoles. Ahora es al revés y la nueva percepción del interés general requiere que se pongan en el centro del debate. Así se harán realidad las virtudes cívicas inherentes a la realidad nacional. La clave, para todos, será integrar, no silenciar ni excluir como ha ocurrido hasta ahora.