Opinión

Feliz en Vallecas...

«Yo estaba feliz viviendo en Vallecas, pero mi compañera se quedó embarazada». Creo que gordinflín tiene toda la razón. En Vallecas se vive la plena felicidad siempre que tu compañera no se quede encinta. En tal caso, renunciando a la dicha, hay que comprar una casa de campo alejada de Madrid. En Vallecas, las embarazadas están muy mal vistas, según reconoce en la entrevista Gordinflín. Más o menos lo que le sucedió a mi tía Aurelia. «Yo estaba feliz viviendo en la calle de Claudio Coello, pero me enamoré de un papagayo que vendían en una pajarería de la calle Alcalá, y me fui a vivir a Puerta de Hierro». Del sufrimiento de la tía Aurelia por abandonar Claudio Coello e instalarse en Puerta de Hierro renuncio al relato, que aún me emociona. El único detalle que establecía diferencias entre Gordinflín y la tía Aurelia, es que tía Aurelia aceptó el sacrificio con una sonrisa, en tanto que Iglesias vive con un permanente gesto de enfado con la humanidad entera. –Tía Aurelia, ¿qué tal estás en tu nueva casa de Puerta Hierro?–; –poco a poco me voy acostumbrando a tantos árboles, tantos arbustos, tantas flores y tantos cantos de pajarillos en los amaneceres, pero lo doy por bueno porque mi ''Talegona'', la papagaya, está feliz». Dudó entre bautizarla como «Talegona» o «Raholona», y optó por el primer nombre, y creo que acertó plenamente. Cuando tía Aurelia vuelve a casa después de hacerle la compra a «Talegona», la puñetera y muy mal educada ave del orden de las psitaciformes, de bellísimo plumaje, la insulta en español, en tanto que de llamarse «Raholona» lo haría en catalán. –Prefiero que me insulten en español a tener que contratar un intérprete–. –Una santa, la tía Aurelia, que ha abandonado su pisito de Claudio Coello por un chalé con amplia parcela en Puerta de Hierro para que sea feliz su papagayo–.

Creo, que en la entrevista de Motos a gordinflín, comprendí por primera vez y a la perfección la decisión de la pareja Iglesias-Montero de abandonar Vallecas en beneficio de La Navata. Ella se quedó embarazada. En Vallecas, cuando una mujer se queda embarazada, se marcha con harto dolor de los predios vallecanos en busca de aires más limpios, nítidos y claros, pero menos entrañables, alejados de la gente, ese concepto humano y social tan arraigado en el ánimo del gran dirigente podemita. –A mí, lo más me gusta es el trato cercano con el pueblo, con la gente, con los necesitados–, le comentó a su perro «Tchorny» –negro, en ruso–, el príncipe Goldorouky mientras paseaba por sus propiedades de «Goldoroba Maman» en Tsarskoié Seló. Fallecida su madre –«Maman»–, el príncipe quedó sólo y sus 5.000 hectáreas de parque le acuciaban hacia la melancolía. Él quería a la gente, necesitaba a la gente, y murió feliz cuando en 1918, las gentes, al fin, invadieron «Goldoroba Maman», lo sacaron a la fuerza de la cama, procedieron a fusilarlo y prendieron fuego a la iglesia ortodoxa que se alzaba junto al palacio. Pero como las gentes siempre han sido buenísimas, se quedaron con el perro «Tchorny», detalle que tranquilizará a mi querida amiga Pilar Eyre.

Gordinflín adquirió «Villa Tinaja» porque Irene se había quedado, con su colaboración, embarazada. No se trató de un capricho burgués, sino de una necesidad reivindicativa-social. Mudarse de Vallecas a Galapagar supuso una dolorosa decisión sostenida exclusivamente por el sentido de la responsabilidad. La derecha es mala, sesgada, aprovechona y cotilla. Al fin, todo ha quedado aclarado y justificado. En ocasiones, la vida impone unas condiciones de dolor y tristeza muy duras de sobrellevar. Él quería seguir viviendo en Vallecas, tratando a sus vecinos de Vallecas, recibiendo los abrazos y la simpatía de los transeúntes vallecanos, pero ella se quedó embarazada.

Acudieron a un banco muy cercano, pidieron una hipoteca, les fue concedida y con harto dolor compraron «Villa Tinaja».

Al final, todas las piezas encajan en el puzzle de la coherencia.