Opinión

Suárez y los neandertales

Cuando la memoria se adorna con adjetivos como «histórica», «política» o «ideológica», suele ser selectiva. No entraré en el primero, sí en los otros porque hace ya tiempo que se dijo que olvidásemos cuestiones molestas, como el aborto. Así lo ordenó una ministra de Sanidad zapateril cuando afirmó que con la actual ley del aborto se daba por concluido el debate, que no había más que hablar; y lo mismo el líder de la oposición: unos y otros han querido propinarnos un amnésico fogonazo a lo «Men in black». Y que no lo consiguen lo demuestran las recientes manifestaciones. O las declaraciones radiofónicas de Adolfo Suárez Illana, candidato popular por Madrid, que han escandalizado a unos y, quizás, contrariado a los suyos que, intuyo, consideran que se desmarcan de sus planteamientos ajustados al pensamiento blandito, líquido, que quiere evitar un tema por el que mejor pasar como la luz por un cristal, sin tocarlo ni mancharlo.

Pues yo las aplaudo. Para esas mentes delicadas chirrió eso de que «los neandertales también lo usaban, lo que pasa es que esperaban a que naciera y, entonces, le cortaban la cabeza»; añadió que cien mil abortos anuales «es una salvajada»; que un embrión «no es un tumor», que si se destruye no acaba siendo un ser humano, luego «es una vida» y eso es «incuestionable»; que «la primera obligación debe ser la defensa de la vida y todo lo demás debe ser algo excepcional»; recordó los millones dedicados a seguridad vial, «que se lleva la vida de entre 1.500 y 1.800» personas al año, pero nada hacemos «en dos apartados: uno se lleva la vida de 8.000 personas cada año: el suicidio. Y el aborto, que se lleva 100.000 vidas al año» y, en fin, que «el Estado debe estar ahí para... ayudar a las mujeres que tienen que decidir si quieren ser madres de un niño vivo o muerto».

Las aplaudo porque hay que seguir insistiendo. Veamos, para los partidos «de progreso», timoratos y liberal-salvajes, es manifestación de la liberación y empoderamiento femenino que una madre mate al hijo que espera. Los neandertales al menos tenían la decencia de no venderles a sus neandertalas que ejercían un derecho a la salud reproductiva y sexual ni, en fin, montaban en sus cuevas boyantes negocios como esos que hoy algunos llaman clínicas. Cambiará lo accidental, pero tan salvaje era el neandertal como esos presuntos facultativos de ahora, eso sí, en una clínica mediante inyección salina o desmembramiento. Todo aséptico.

Que el aborto es una «salvajada» lo evidencia el hecho en sí y la cifra anual de más de cien mil abortos en España, un dato equivalente a que cada año desapareciesen ciudades enteras como Cáceres, Guadalajara, Lugo, etc. O que desde 1985 llevemos más de dos millones de vidas humanas legalmente aniquiladas, holocausto repartido casi por mitad entre gobiernos socialistas y populares. Cuando nuestra tasa de natalidad es de las más bajas del mundo y vamos a un desastre demográfico, no parece inquietar que se hayan liquidado esos dos millones y pico de futuros españoles, porque, efectivamente, el embrión, el feto abortado no es un tumor: era un ser humano que pudo ser y no lo fue, con su rostro y proyecto de vida, ¿cuánto talento ha quedado en residuo clínico?

Que no se invierte en «vida humana» es manifiesto: quien quiere abortar no recibe una información disuasoria, porque la de apoyo a la madre es de las onegés provida. Es más, en la llamada Estrategia Nacional de Salud Sexual y Reproductiva el aborto –perdón por mi grosería, interrupción voluntaria del embarazo– es una opción neutra que el feminismo subvencionado y docente salpimienta con eslóganes alusivos a la liberación femenina.

Coincido con Suárez en que hay que derogar la actual ley –ya que en diez años el Tribunal Constitucional no ha tenido tiempo de sentenciarla– y restringir al máximo el coladero de la indicación terapéutica; hay que ir a políticas eficaces de apoyo a la maternidad, sin presentar abortar o no abortar como opciones equivalentes y revertir la mentalidad reinante: inculcar que es una «salvajada», un mal que trae otros males porque si viene la eutanasia es porque antes vino el aborto.