Opinión

Cayefacha

La jauría humana ha vuelto a desenmascararse. Incluso desde la lejanía se sentían los dientes afilados y la fealdad del fascismo que quiere parecer libertario, un acomodo democrático del lenguaje canalla. Al final, Cayetana Álvarez de Toledo como una heroína de un cuadro prerrafaelista entre la nación de naciones del totalitarismo en una universidad de Barcelona. No es la primera vez, ni será la última. Los escraches se han convertido en una perfomance que convierte la política en arte putrefacto. Un suceso terrible esconde sin embargo algo peor. La respuesta de los que parecen veganos pero ansían comer carne humana. Ponen a la víctima de verdugo, de provocadora. ¿Vino Torra a provocar a Madrid en su manifestación contra el juicio del procés? Resulta que una mujer de derechas en territorio independentista merece lo que le pase. Es la teoría de aquel juez que sentenció que la ropa seductora de una chica tuvo algo que ver con una agresión sexual. Las feministas y todo el que aún tenía un punto de sentido común vomitó sobre aquellas letras. Pero ayer no solo callaron ni se escandalizaron por un ataque a la libertad sino que la pusieron en la diana. El escritor Antonio Baños la llamó, en alarde literario, de «Cayefacha». Un miembro del PSC reaccionó con el siguiente mensaje: «Es la derecha que viene a competir con Vox». Ah. Los portales nacionalistas hicieron mofa al estilo de un auto sacramental. La bruja de Salem merecía arder en la hoguera. Claro que a los «fachas» les está bien empleado que les abucheen solo por respirar el mismo aire que los que se sienten de una raza superior. Han descubierto un nuevo tipo de homínido perdido en el tiempo y resulta que los neardentales están entre nosotros.