Opinión

28 de abril

Se dice –y me lo creo– que la localidad que se llevará la palma del voto por correo el próximo 28 de abril será Andújar. Andújar y su entorno serrano y olivarero, Guarromán, Linares, La Carolina, las Navas de Tolosa, Bailén, Baños de la Encina, los Villares y la Parrilla. El 28 de abril se celebra la peregrinación y romería al Santuario de Santa María de la Cabeza, ese Santuario en la cumbre de la Sierra de Andújar, plena Sierra Morena, que tanto molesta a los progres por ser memoria y recuerdo del heroísmo de los guardias civiles, sus mujeres y sus hijos, que protagonizaron, al mando del Capitán Cortés, una de las más heroicas resistencias en la Guerra Civil. Andújar no tiene un millón de habitantes, pero se ha alcanzado esa cantidad de romeros en episodios anteriores. Desde el cruce de la carretera de La Parrilla al inicio del ascenso a la cima del Santuario, las mismas curvas que días tiene el año, trescientas sesenta y cinco. Se bordean los mejores campos de la Sierra, desde El Horcajuelo a la Virgen, el púlpito, ya superado el Jándula, de Luis Miguel Dominguín. Y cada tres curvas, una señal advirtiendo de la presencia de linces, mucho más abundantes que las placas que anuncian la posible presencia de ciclistas. En aquella zona, está claro que los ciclistas son menos importantes que los linces, lo cual es materia de debate.

En Andújar y su entorno, que alcanza hasta la cota cordobesa de Montoro, con el Guadalquivir rabioso de revueltas y meandros, nadie falta a la cita con el Santuario. Me cuentan que los venados y gamos han perdido ya el pudor de sus cabezas desnudas, y candelabros y palas han iniciado su crecimiento. Los gamos algo menos, pero los venados son unos presumidos que se esconden en los montes cerrados del Cerro del Moro cuando advierten que han perdido, momentáneamente, la fuerza y belleza de sus cuernas. Suben, desde la madrugada hasta entrada la tarde, a pie, en carretas, a caballo, sobre mulas y bicicletas, centenares de miles de romeros. Y esa tradición está reñida con el derecho al voto. Los iliturgitanos –de Roma viene–, o andujareños se sienten maltratados por la fecha elegida para las elecciones. –Se va a enterar Pedro Sánchez de lo que vale un peine por estas sierras–, me comentó quien mejor conoce cada rincón de Sierra Morena. –Todos vamos a votar por correo–.

Para los paletos catalanes que no han viajado –son muchos más de los calculados–, les informaré de los últimos acontecimientos sucedidos en esa sierra que también es suya y no desean conocer. En las dehesas movidas, el lecho de la tierra presenta un verde rabioso. Han caído más de ochenta litros de agua en los últimos días. En Sierra Morena no hay cerdalíes, ese híbrido de jabalí y cerdo doméstico que tanto abunda por el nordeste de España. Los jabalíes naturales de Sierra Morena son los arochos, no excesivamente aparatosos de cuerpo, de culos escurridos y con unos dientes como los de Massiel en sus mejores tiempos. Ya han florecido las adelfas salvajes, que aguantarán hasta la muerte del verano. Madroños, lentiscos, coscojas, pinos y encinas abigarrados, buscándose la luz y la vida. De golpe, el galope de los muflones. En la orilla del lago natural del Horcajuelo, noche cerrada, un lince disfruta de su caza, una gabata. Como el lince se sabe protegido y mimado, deja acercarse al coche con los faros encendidos y sigue comiendo, sin inmutarse. Cormoranes invasores. Vuelos de ametralladora de las perdices serranas, amenazadas por los zorros y otras alimañas. Rabilargos azules y siempre algún buitre en los cielos más cobaltos de España. Llega el mal trecho del verano, que será implacable con los más débiles.

El 28 de abril, centenares de miles de naturales de Andújar y de sus entornos, ascenderán desde los suelos de olivos a la cumbre de santa María de la Cabeza, pasando por el vigor de la sierra. Y muy pocos se presentarán en los colegios electorales. –Votaremos todos, pero por correo–. Lo adelanto por si hay trampas.