Opinión
La campaña en su levantá
En el cuarto día y casi sin enterarnos la campaña electoral dejaba atrás la «levantá» y avanza hacia el 28 de abril con la inevitable descompresión que va a aportar la inédita coincidencia con la Semana Santa en el primer ecuador de carrera. Los primeros pasos de procesión lo que están señalando son movimientos especialmente acordes con lo vivido en la precampaña «trackings» demoscópicos en mano. Nadie quiere cometer errores que, a diferencia de las semanas anteriores, ahora si serían irreparables y todas las opciones se mueven en torno a la constancia de que, igual que ocurriera en los comicios andaluces de diciembre, la recta final de campaña será decisiva a la hora de decidir el voto de una bolsa de indecisos hoy tal vez excesivamente abultada en los datos que arrojan los sondeos.
En un panorama que ayuda muy poco a las encuestas, no sólo por el tradicional voto oculto y el no decidido, sino por la ausencia real de indicadores en eso que se conoce como «recuerdo del voto» ante la irrupción de un nuevo actor como es VOX, el debate a cinco a celebrar en Atresmedia dentro de ocho días puede adquirir de manera muy especial la condición de decisivo. Será el único que sitúe a pie de atril a Sánchez, Casado, Iglesias, Rivera y Abascal mirándose a las caras, con una conducción sin corsés preestablecidos a cargo de Pastor y Vallés y sobre todo con esa constancia de salto en el aire sin posibilidad de rectificación que solo confieren los directos en televisión y radio.
Nada está decidido. El PSOE se mueve a golpe de la poción mágica que dosifica su particular druida el «panorámix» Redondo. No perder ni un palmo de la avanzando en una precampaña sin errores y exponerse lo justo e imprescindible, aunque tal vez
–y el debate puede ser piedra de toque– Sánchez se vea obligado a ponderar movimientos más audaces y comprometidos a última hora. El PP por su parte ya no mira tanto a Ciudadanos por el flanco de su izquierda como a VOX por el de su derecha, aunque paradójicamente un resultado de los de Abascal por encima del 12% si podría dar con la suma del tripartito de las derechas y con Casado en el Moncloa. Ciudadanos es probablemente quien más se juega en la campaña y concretamente en el debate del martes 23, sencillamente porque su voto potencial es el más infiel y voluble. Quizás por eso de Rivera se espere algo más que la promesa de reformas que en algún caso no pasan de discretas. «Unidas Podemos» no ofrece grandes novedades desde la vuelta del «macho alfa», salvo la confirmación en los sondeos de un desplome marcado por ocurrencias sin gracia ni sustancia y por la onda expansiva de Galapagar. Pero la gran pregunta se plantea a propósito del tamaño real del tsunami de VOX que hoy nadie se atreve a cuantificar, sobre todo porque si revientan las esclusas, hasta la ley D’ Hont puede saltar por los aires. Tal vez por todo ello esta campaña metida en días de pasión pase a la historia como la más feroz entre todas. No habrá prisioneros.
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