Opinión

Vender la patria

Hay pactos que no lo son. Que son, directamente, traiciones. Que Navarra caiga en manos de independentistas cuando ha ganado las elecciones un acuerdo entre UPN, PP y Ciudadanos, es traición del socialismo al constitucionalismo. Y que alcaldías enormes y cruciales de Cataluña, como Badalona o Casteldefells, sean igualmente puestas en manos de ERC, la CUP y confluencias de Podemos es un escándalo.

En política es menester acordarlo todo, porque la política es el arte de lo posible, pero el límite es el bien común. España se está deshaciendo en reinos de taifas al servicio de los poderosos. Si Navarra se vuelca hacia el País Vasco, si Valencia o las Baleares lo hacen hacia Cataluña, se plantean al menos tres Españas –dos de ellas para ricos– y las autonomías más pobres serán excluidas de las futuras satrapías. Que se ocupe Madrid de la Castilla vaciada, de Extremadura y Andalucía. ¿Y quién ha hecho el progreso en Cataluña o País Vasco? ¿No han sido los mejores brazos castellanos, gallegos, andaluces y extremeños? ¿No fueron los esfuerzos industrializadores hacia el norte fruto de las inversiones más caras? ¿No hubo proteccionismo textil?

Señor, qué egoísta es el independentismo. Qué ganas de quedarse con el dinero labrado por todos y romper la Historia común de una riqueza colectiva. Sorprende que el socialismo comulgue con estas ruedas. No sé cómo haremos para financiar un confederalismo imposible, pero el PSOE se llevará a los libros de Historia el mérito de haber dejado solos a los obreros de España.