Opinión

Las peleítas cobardes

La España en blanco y negro de la que tanto se jacta Pedro Sánchez, aunque el que esto escribe la recuerda en perfecto technicolor, la indecible alegría de la infancia, tuvo un punto álgido del «kitsch» cañí con las peleas en broma de Juanito Valderrama y Dolores Abril. Puede que no estén para fandangos pero prueben a reirse un rato. «Jardinero, si yo soy poquita cosa/ para ser tu jardinero/hay quien parece una rosa/ siendo un cardo borriquero/ apúntate esa preciosa». En el patio de mi casa se recibían con alborozo los discos de esta pareja imposible y «facha», por supuesto. Así andan los de Vox y Ciudadanos, tirándose pullas que si no fueran reales habría que grabarlas para una distopía de los discos Belter. Llegados a esta pantalla, más que conmemorar que hace cincuenta años que el hombre pisó la Luna, recordemos las escenas previas a la enigmática de «2001» cuando el mono descubre el monolito, que según a quién preguntes es la inteligencia, Dios o la madre del cordero. Estamos en estado preconocimiento, el fuego no ha sido descubierto y nos matamos con huesos de enjundia. La nueva política descubre la idiotez y la mala educación como una de las bellas artes. El trilero del CIS los entretiene con una de sus encuestas para pasar el rato, aunque una de Tezanos, para los que se retratan en este suelto, les debe sonar a algortimo o física cuántica. ¿Cómo puede perderse la cabeza antes de empezar a gobernar? Si esto es lo que nos espera, que lancen una moneda al aire o que vote la aristocracia intelectual. Me borro del censo. Apostato, si eso es posible, de la religión democrática. Vox pretenderá buenos modales para los críos de las familias numerosas, pero llamar «sinvergüenza» a un adversario político no es muy de colegio de pago. Y en cuanto a Ciudadanos, convendría abstenerse de hacer chistes con vídeos de Locomía. Encierran tanta profundidad de pensamiento que estoy por empollar a Kierkegaard, que no pasa de la mesilla de noche. Si tienen una tensión sexual no resuelta, es hora de acicalarse, que viene el Orgullo y, lo dice Rocío Monasterio, se ven cosas en la calle que nunca creeríais. Tienen razón los de Abascal cuando exigen un apretón de manos. No tienen lepra. El juego de Rivera es tan insensato como rocambolesco. Si no quiere pactar, que no pacte. Se acabó el problema. Pero en este ir y venir de los insultos y las chanzas lo único que conseguirán es que la izquierda se haga con el poder y demos gracias por ello. Gabilondo no lo haría. Ahí lo dejo.