
Opinión
Una insólita concentración
Jueces y fiscales protestan hoy contra los proyectos del Gobierno que no tienen otro fin que ir conformando, en los próximos años, una judicatura y una Fiscalía acorde con sus intereses políticos e ideológicos

La mayoría de las asociaciones de jueces y fiscales han convocado una concentración hoy ante el Tribunal Supremo. Una insólita iniciativa justificada por los proyectos del Gobierno que no tienen otro fin que ir conformando, en los próximos años, una judicatura y una Fiscalía acorde con sus intereses políticos e ideológicos, una garantía de seguridad en tiempos de pérdida del poder. He dicho ir conformando una nueva judicatura y fiscalía para los próximos años, pero ya pesan, y mucho, las causas penales que afectan al partido en el Gobierno y a este mismo.
Está en juego que España sea reconocible en los próximos años como un Estado de Derecho en el que la Justicia sea un poder independiente y no ideologizado. Estamos ante una política encaminada a invadir la Justicia con jueces y fiscales de confiabilidad ideológica; de sustitutos que, en aluvión, aneguen la Justicia sin una prueba de conocimientos digna de tal nombre; que el gobierno interno de los tribunales se entregue a quienes, por sí, no tienen fuerza para ganar unas elecciones entre jueces o que se politice la Comisión de Ética Judicial con gentes de extracción política que marquen las pautas de conducta de los jueces.
Hace muchos años publiqué un artículo titulado «Pues no va a ser el lechero». Citaba a Churchill y su celebérrima frase: «La democracia es el sistema político en el cual, cuando alguien llama a la puerta de la calle a la seis de la mañana, se sabe que es el lechero». Alertaba frente al Estado policial, en el que las libertades no están aseguradas y el ciudadano puede ser importunado por el gobernante y no necesariamente por delinquir. Imagínense una Policía gubernamental, una Fiscalía gubernamental que monopolice la investigación y acción penal, unos jueces ideologizados y una prensa apesebrada.
Imagínenselo y deducirán que vamos a un panorama en el que, o no llamará el lechero, o, en el mejor de los casos, el ciudadano estará narcotizado. He calificado de insólita la concentración porque lo es que tengan que ser los integrantes de un poder del Estado los que la promuevan y no para reivindicar precisamente mejores condiciones de trabajo.
La concentración es insólita porque lo es que tengan que ser integrantes de un poder del Estado los que la promuevan
Como juez, estoy bastante harto de llevar décadas peleando por la Justicia como si sus problemas fuesen «cosa de jueces». Con frecuencia me importunan personas que dicen eso de «¡cómo estáis los jueces!» o «van a por vosotros», y les digo que no, que el problema es cómo va a estar él y que van a por él.
En buena lógica, la iniciativa de esta concentración debería ser de la llamada sociedad civil –por favor, absténganse los partidos políticos– porque es el ciudadano quien sufrirá las consecuencias de las leyes causantes de la concentración.
La lluvia de insultos y ataques contra la Justicia de los últimos tiempos ha alertado a otros grupos profesionales y ciudadanos en general de lo que se nos viene encima y de que lo que está en juego no son nuestros intereses, sino su dignidad de ciudadano.
*(José Luis Requero es Magistrado del Tribunal Supremo)
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