Opinión
El Alcalde tira de la manta
Una vez cerrada la campaña playera del «top manta», los manteros solían volver a Madrid, por el efecto llamada de la proximidad navideña. Pero este año es distinto. Con la llegada del otoño, los manteros no han vuelto a colgar sus productos sobre las aceras, en la medida que lo hacían hasta ahora. La culpa la ha tenido el alcalde, José Luis Martínez- Almeida, que ha decidido coger el toro por los cuernos, dar cumplimiento a su promesa electoral y «tirar de la manta», para no permitir que los manteros okupen el espacio público e incumplan la ley. Se ha acabado el mirar para otra parte, como hacía el gobierno de Manuela Carmena, para no ver un fenómeno creciente que producía un efecto llamada, especialmente en esta época del año, en la que con el verano, la clientela volvía a sus casas, dejando desiertos los paseos marítimos.
El nuevo gobierno del Ayuntamiento ha dado órdenes claras a la Policía Municipal sobre la persecución de un problema que se había desbordado, porque el «top manta» es un caso múltiple de infracciones y desobediencia: ocupación ilegal del espacio público; actividad al margen de la ordenanza reguladora de la venta ambulante; competencia desleal con los comercios legalmente establecidos; venta de productos falsificados y explotación de personas por parte de redes sin escrúpulos, perfectamente organizadas. Además, la proliferación de estos vendedores en el centro de Madrid, es un riesgo para la seguridad, ya que, cuando detectan la presencia vecinal, huyen en tropel, cargando con sus mantas, y atropellando todo cuanto encuentran a su paso, peatones incluidos, y de esta «sonata y fuga» he sido testigo presencial en más de una ocasión.
Este fenómeno se había disparado en los últimos años en el corazón de la ciudad, y eso solo es posible si cuenta con el Ayuntamiento como «colaborador necesario», que lo es, cuando deja de perseguir el delito, hace la vista gorda y no apoya de forma clara y explícita la labor de los agentes municipales. Ahora las cosas han cambiado y se nota en el número de actuaciones y denuncias realizadas por la Policía, y en la disminución del número de manteros en el centro; aunque, si se consigue erradicar esta actividad ilegal, habrá que echarle imaginación y buscar una alternativa social a esas personas que han vivido de esa manta de la que ahora ha tirado el alcalde, para poner las cosas en el sitio de la legalidad. Una solución sería integrarles dentro de la ordenanza de venta ambulante, en mercadillos, perfectamente regulada y legalizada esa actividad.
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