Opinión

Círculo democrático, círculo virtuoso

Resultando innegable que Pedro Sánchez pasará a la historia como el presidente bajo cuyo mandato en funciones se ejecutó la exhumación de los restos de Franco, lo que se muestra como bastante más discutible a tenor del filón que supone para el argumentario de la izquierda es el espíritu de su reciente y ya célebre afirmación de que con ello «se cierra simbólicamente el círculo democrático». Se cierra…o no dependiendo de tantas cuantas veces lo requiera la campaña electoral que arranca esta misma semana de manera oficial, porque en términos reales ya la sufrimos como un auténtico martillo pilón desde el fracaso de la investidura del líder socialista. La memoria histórica tiene todavía suficiente margen como para no dar por completado círculo alguno y el debate ya abierto y susceptible de ser modulado a conveniencia en el futuro sobre qué hacer con el Valle de los Caídos, no sólo es prueba de ello, sino que vaticina toda una secuencia de reivindicaciones de la memoria rentables políticamente donde las haya y en la nueva era post traslado de la momia.

Pero con independencia de esa utilización partidista que no va a cesar ni antes ni despues del 10-N traspasando con toda su carga de obscenidad a la justa reparación de aquellos cuyos huesos acabaron arrumbados, enterrados y olvidados en cunetas, lo que choca de manera especial es la obsesión del PSOE a partir de la era ZP no sólo por revisar lo que ya diligencio con sobresaliente una tradición ejemplar, sino por convertir en «históricos cierres de círculos democráticos» hechos que traen al pairo a una inmensa mayoría de españoles especialmente jóvenes nada concernidos con esa obstinación por poner la última guinda a un proceso iniciado hace cuatro décadas por nombres claves de la política en torno a la figura del Rey Juan Carlos I. La exhumación de Franco no ha cerrado círculo alguno que pueda añadir un plus de calidad a nuestra salud democrática y a un estado de derecho consolidado, sencillamente porque ese proceso ya fue completado con otros mucho más relevantes puntos de inflexión entre los que sobran ejemplos. Cerró un círculo la vuelta al poder de la izquierda el año 82 de la mano del PSOE con una rotunda victoria en las urnas e iniciando un periodo que miraba a Europa y no a la guerra civil. Lo cerró la ejemplar y decidida actuación del Rey frente al golpe del 23-F. También la incorporación de lleno y con pleno derecho de España en la Unión Europea y en la Alianza Atlántica o la primera victoria en las urnas desde los tiempos de la Republica a cargo de la derecha política en el 96 de la mano del PP de Aznar, si olvidar el espaldarazo al Estado de Derecho en forma de discurso del jefe del estado Felipe VI ante la gravedad del desafío secesionista en Cataluña. Todos esas muescas en nuestra historia reciente son las que junto a otras ya cerraron nuestro círculo democrático. Lo demás no pasa de ser la ejecución de un justo y legítimo mandato parlamentario eso sí, en forma de «reality show».