Opinión
ERES... Y SERÁS
El caso de los ERE es, sin duda, uno de los fraudes mayores de la Historia de España. No constituye una suma de errores aislados o de corruptelas excepcionales, como han pretendido algunos, sino un síntoma sangrante de todo un sistema. Me explico. En primer lugar, resulta reveladora la absoluta imbricación de los mecanismos de corrupción en el organigrama del sistema autonómico español. El hecho de que los presidentes autonómicos especialmente el catalán y el vasco, pero no sólo éstos, puedan actuar como virreyes es la base real de abusos sistemáticos y generalizados, cuando no descaradamente delictivos. Los EREs se descubrieron casualmente, podrían no haber salido jamás a la luz e implicaroN –¡ojo al dato!– una cantidad inferior a algunas de las estimaciones de la fortuna extranjera de los Pujol. Sin el sistema autonómico, esos desastres astronómicos pagados por el contribuyente serían simplemente imposibles. En segundo lugar, resulta más que reveladora la benevolencia de las penas con los cargos más importantes. De hecho, sólo son castigados con la pena de inhabilitación cuando ya no están en la vida pública. Es exactamente igual que si, tras robar a manos llenas, el director de un colegio ya jubilado fuera condenado a no ser director del colegio durante los próximos diez años. Griñán es la excepción, pero ha superado ampliamente los setenta años y lo más seguro es que no llegue a ingresar en prisión. El resto de los condenados a penas de prisión son cargos intermedios. En tercer lugar, es más que notable la convicción de no pocos de los delincuentes de que, en el fondo, llevaron a cabo acciones sin relevancia moral o con contenido positivo. Intentaban, a fin de cuentas, ayudar a desdichados –en muchos casos, miembros de sus familias– y si se excedieron en lo que podrían denominarse «gastos de representación» como cocaína y prostitutas fue porque a cualquiera se le va la mano. Finalmente, resulta llamativo el tratamiento de no pocos medios sobre el tema. El hecho de que el fraude esté relacionado con una fuerza de izquierda, con «uno de los nuestros» como el título de una conocida película de la mafia, ha llevado a no abordar el tema o a informar de manera telegramática. Va a ser dudoso que se pidan responsabilidades o que algo cambie. No soy optimista, pero tengo la sensación de que tras los ERE, seremos.
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