Opinión
Bolivarianos de aquí y allí
Los bolivarianos de Pablo Iglesias y compañía accederán al poder en nuestro país, e incluso tendrán un peso relevante en la política exterior de España. Y el reflorecimiento del populismo es celebrado en ambas orillas del Atlántico. Baltasar Garzón proclamó en «El País»: «Bolívar vive. El Grupo de Puebla retoma la idea del Libertador de una América Latina fuerte y más justa». Lógicamente, no menciona a Cuba ni una sola vez. Y sobre Venezuela, no se refiere a la represión del régimen bolivariano sino a la crisis y al «cerco económico político que sufre el Gobierno constitucional». El Gobierno muy constitucional de Maduro no ha hecho nada malo.
Garzón celebra «la lucha de los Derechos Humanos contra el neoliberalismo». Y afirma que en Bolivia ha habido un «golpe de Estado contra el presidente constitucional Evo Morales». Se alarma porque Jeanine Áñez entró en la sede del Gobierno «con la Biblia en ristre». Eso le da miedo a Garzón, pero no le da miedo que Morales haya hecho fraude en las elecciones. Condena a los que «pervierten los mecanismos democráticos del Estado», pero ignora el fraude de los populistas en Bolivia. Tiene duras palabras contra las «prácticas políticas antidemocráticas», pero no en La Paz ni en Caracas. Ni mucho menos en Cuba. Cuando habla del «totalitarismo» se refiere, naturalmente, al de Donald Trump.
Le da mucha alegría que los kirchneristas recuperen el poder en la Argentina, y afirma que Cristina Fernández de Kirchner «ha dado voz a los silenciados», cuando lo que hizo fue presidir el Gobierno más corrupto de la Argentina desde la dictadura militar. Hablando de corrupción, don Baltasar defiende a Lula, sin abrir la boca sobre su corrupción.
Aplaude las protestas populares, pero solo si se producen en Chile o en Ecuador, sólo si se protesta contra los gobiernos que no le gustan.
Cabe preocuparse ante un hombre con esta distorsión de los valores democráticos y de la justicia. A él se le llena la boca con los derechos humanos, el feminismo, la desigualdad y la madre tierra, pero su pensamiento supuestamente progresista se ajusta al del antiliberalismo de la izquierda más reaccionaria.
Quien no se consuela es porque no quiere. En esta ola bolivariana liberticida al menos hay algo plausible: Baltasar Garzón ya no es juez.
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