Opinión

Coherencia del doctor Illueca

El flamante jefe de Inspección de Trabajo, don Héctor Illueca Ballester, ha sido criticado en las redes sociales por haber propuesto en un artículo en el diario «Público» que el Estado contrate a todo el mundo para erradicar el paro. En realidad, no dijo nada que se aparte de la lógica de la izquierda, en la que milita.

Diputado de Podemos y vicepresidente de la Comisión del Pacto de Toledo, don Héctor, que es inspector de Trabajo, doctor en Derecho y profesor universitario, propuso también consignas habituales de la izquierda, como una banca pública o la nacionalización de la economía. Persona inteligente, ilustrada, y sensible a la situación de los trabajadores, se alarmó ante la brecha que media entre el derecho constitucional al trabajo y la realidad del paro en España. La pasividad no es una opción para él, que puso manos y mente a la obra para terminar por fin con la lacra del desempleo debida a «la crisis del capitalismo».

Y se le ocurrió que el Estado debía contratar a todos los parados. A ver, ¿qué tiene de malo? Si la culpa del paro es por la crisis del capitalismo, no vamos a resolverlo con más capitalismo, sino con menos.

Antes de arremeter contra el profesor Illueca, conviene recordar que cuando él sostiene que su propuesta está avalada por «una importante base científica», no está mintiendo. En 1936, el economista más influyente del último siglo, John Maynard Keynes, recomendó resolver el paro mediante un expediente frente al cual la iniciativa del doctor de Podemos es incluso moderada. Keynes aconsejó que el Estado destinase dinero público a enterrar botellas vacías, y que después contratase a parados para que las desenterrasen. En serio.

O sea que menos bromas con el nuevo jefe de Inspección. Usted, señora, puede alegar que es una burrada, un despilfarro, y una ruina para las trabajadoras, que se verían forzadas a pagar este dislate faraónico. Puede usted protestar aduciendo que esa expansión del Estado arrasaría con la libertad y los bienes de las trabajadoras.

Y así sería, claro. Pero nadie podrá acusar al doctor Illueca de no estar avalado por grandes intelectuales, economistas, políticos, sindicalistas, periodistas, la ONU, etc.