Opinión

Pandemia y globalización

Hay quien piensa que el coronavirus se llevará por delante lo que quedaba de la globalización y del orden liberal o neoliberal –también esto va por barrios–, que empezaba a ser bastante poco. Hay quien piensa lo contrario. Una pandemia global como esta requiere, efectivamente, respuestas globales. Es difícil imaginar la recuperación en un solo país, algo bien evidente en España, economía abierta como pocas y dependiente de las exportaciones, de las inversiones extranjeras y del turismo.

También han vuelto a primer plano, al menos en la Unión Europea, algunos elementos de la arquitectura institucional de la Unión, en particular los financieros, los únicos que tienen músculo para hacer frente a lo que se viene encima. Es lo que ocurrió, en verano de 2012, con las decisiones del Consejo y del Banco Europeo. Por ahora, las decisiones siguen bloqueadas y hará falta mucha energía para desbloquearlas en un sentido «europeísta». Bien es verdad que en cuanto a todo lo demás, cada Estado de la Unión ha tomado sus medidas sin consultar a nadie y que, en el plano global, los grandes organismos internacionales apenas han hecho acto de presencia. Ni la OMS, ni el FMI, ni el Banco Mundial han sido vistos en primera línea de defensa, aunque quizás las cosas empiecen a cambiar ahora que entramos en una fase nueva, con la perspectiva de contagio en América Latina y en África. Si llega esto antes de que se encuentre alguna clase de remedio, se requerirá un gigantesco esfuerzo mundial. Y es posible, por otra parte, que si se hubieran tomado medidas de aislamiento nacionales, tal vez se podría haber retrasado –al menos– el desastre.

Sea lo que sea, y dejando de lado el nuevo papel imperial que China ha asumido ya –después de que su gobierno fuera el causante de la catástrofe–, el orden mundial que saldrá de todo esto va a depender en buena medida de unas elecciones que cobran una dimensión global mayor que nunca. Si los electores norteamericanos respaldan a su presidente, y por ahora alguna encuesta parece indicar que sería así, la señal estará clara. Habrá quien esté dispuesto a resistir al imperialismo autoritario chino y que considere que las naciones y los Estados nación siguen siendo válidos para afrontar los riesgos de la globalización. En tal caso, la pandemia se habría llevado por delante las ilusiones postnacionales.