Manda Podemos

Tengo un amigo cubano, exiliado en España, que está que no vive. Dejó su amada isla por culpa de los Castro y ahora se teme salir de España. No le llega la camisa al cuerpo porque repite que no nos enteramos de que aquí se está siguiendo paso por paso el itinerario de «bolivarianización» de Venezuela. Siempre le quito importancia a sus argumentos, pero reconozco que empiezo a tener problemas.

Que la Guardia Civil reconozca que trabaja para la propaganda del Gobierno, que el vicepresidente critique al jefe del Estado y a la Justicia, y que el CIS canalice preguntas contrarias a la libertad de prensa empiezan a ser signos de que aquí pasa algo preocupante.

Me ha parecido patético ver a la ministra portavoz, María Jesús Montero, defender los ataques de Pablo Iglesias a los tribunales, so capa de libertad de expresión. Montero sabe que es grave lo que ha ocurrido, pero está obligada a inclinarse ante Iglesias, de la misma manera que todos los ministros socialistas han tenido que aceptar la dirección de Podemos en los asuntos cruciales en la legislatura. A saber, la Ley de Libertad Sexual y las manifestaciones del 8M, la centralización de los recursos y las medidas económicas para afrontar la crisis del coronavirus (con fuerte inyección del gasto) o el adelanto del ingreso mínimo vital a mayo.

La evolución de los acontecimientos le da la razón a mi amigo cubano. Aquí manda Podemos y ese partido es Venezuela y es Cuba.