Opinión

Con W de Warren

Warren Sánchez, el hombre que tiene todas las respuestas, echará mano de todos sus recursos para que la caída de la economía española no se lleve por delante lo que más la importa: su Gobierno. Y no me refiero a esta caída que estamos viviendo ahora. Me refiero a la caída siguiente.

Las cifras conocidas ayer, sobre la contracción del PIB del 5,2% en el primer trimestre con respecto al trimestre anterior, y del 4,1% en tasa interanual, son sustancialmente peores que los registros más negativos de la crisis financiera, correspondientes al año 2009. Los analistas subrayaron que ha sido el mayor desplome desde la Guerra Civil, y el más abultado de la serie de las cuentas nacionales del INE, iniciadas en 1970. Todo esto es cierto, pero con un añadido: son los datos peores, hasta ahora. En efecto, es probable que las cifras realmente malas serán las de este segundo trimestre, que permiten anticipar que los registros del año se podrán acercar al peor de los escenarios contemplados en el último informe del Banco de España, que especulaban con una caída del 13% del PIB.No hay mal, ni recesión, que cien años dure. La recuperación podrá empezar en la segunda mitad del año, y acentuarse en 2021, si se levantan las restricciones a la actividad económica. Tendremos un efecto rebote en la medida en que las capacidades paralizadas de empresarios y trabajadores se pongan de nuevo en marcha.

Y entonces se impondrá la restricción presupuestaria, marcada por la subida del gasto, el derrumbe en la recaudación, el aumento del déficit y una deuda pública que puede trepar hasta el 120% del PIB. Este contexto marca una diferencia considerable con respecto a la última crisis, en la que entramos con una deuda pública que no llegaba al 36% del PIB en 2007.

El punto de insostenibilidad de las finanzas públicas marcará el final de la recuperación, y entonces el Gobierno deberá elegir cómo hacer el inevitable ajuste. El dilema estribará en apoyarse más en la contención del gasto o en la subida de impuestos. Como demuestran Alberto Alesina y sus coautores en el libro «Austeridad», que publica Ediciones Deusto, esa elección no es baladí, porque las estrategias de ajuste que descansan más en la contención del gasto dan como resultado una recuperación más temprana, vigorosa y perdurable, que las estrategias basadas fundamentalmente en la recaudación fiscal.

En cualquiera de los casos, estaríamos ante una nueva caída de la actividad, que preocupa sobremanera a Warren Sánchez y a sus secuaces, sobre todo porque la etapa siguiente, la de la última pata positiva de la W, puede que la gestione otro Gobierno.