Guerras

75º Aniversario de la Victoria Común

La historia nos enseña que el único modo de progresar, de elaborar los mecanismos de gobernanza global que cumplan con los requisitos del siglo XXI es negociar y dialogar

Yuri Korchagin

Este año, celebramos el 75 Aniversario de la Victoria en la Segunda Guerra Mundial. El tema de esta guerra sigue extremadamente relevante en la cultura, el arte y especialmente en la política actual. Todos entendemos que el orden mundial moderno se basa en los resultados legalmente reflejados de la Segunda Guerra Mundial: en las decisiones de las Conferencias de Yalta, Potsdam, San Francisco y jurídicamente se basa en las decisiones del Tribunal de Núremberg y posteriores juicios de criminales nazis celebrados en diferentes países. Estas decisiones legales y políticas han proporcionado 75 años de paz en el planeta.

No es necesario ser un gran historiador, basta abrir un libro de texto escolar en cualquier país, para entender que al menos en Europa nunca ha sucedido que durante los últimos 2-2,5 mil años, las grandes potencias no hayan luchado entre ellos durante casi un siglo. No hay tales precedentes. ¿Cómo resultó posible? La repuesta es evidente: los fundamentos jurídicos, legales y morales correctos se establecieron en los cimientos del orden mundial existente. Por ello debemos agradecer a las potencias victoriosas, los aliados en la Segunda Guerra Mundial, aquellos que crearon la estructura de la ONU y todo el mecanismo posterior para la solución pacífica de disputas.

Al mismo tiempo es muy importante entender que cualquier intento de revisar los resultados de la Segunda Guerra Mundial en realidad está dirigido a socavar los cimientos de paz sentados por los aliados. Es por ello que en muchos países, y en Rusia especialmente, reaccionan con tanta preocupación ante cualquier intento de revisar los resultados del conflicto.

La celebración del 75.º Aniversario de la Victoria en la Segunda Guerra Mundial coincide con el 75.º Aniversario de la fundación de la Organización de las Naciones Unidas, que fue posible gracias a nuestra Victoria común, gracias al espíritu de cooperación entre los Aliados. Las grandes potencias que hicieron el aporte decisivo a la derrota del nazismo y la constitución de la ONU tienen una especial responsabilidad según la Carta de la Organización.

El sistema de la ONU posee una legitimidad única, en lo tocante a los problemas que abarcan tanto las actividades de la propia ONU, como sus entidades especializadas, fundaciones y programas. Sería imperdonable desperdiciar tanta abundancia de mecanismos que reflejan los intereses de todos los Estados miembros de este organismo internacional.

La historia nos enseña a todos que el único modo de progresar, de elaborar los mecanismos de gobernanza global que cumplan con los requisitos del siglo XXI es negociar y dialogar. Sólo mediante esfuerzos comunes podemos encontrar respuestas efectivas a los desafíos y amenazas de toda la humanidad: terrorismo, narcotráfico, proliferación de armas de destrucción masiva, cambio climático, etc. Y ahora, un enemigo más: el coronavirus.

Hay que seguir buscando urgentemente soluciones colectivas, equilibradas, proporcionar las garantías jurídicas para todas las partes y cumplir las obligaciones asumidas. Esto podría parecer evidente y sencillo, pero vivimos actualmente en un mundo convulso cuando las declaraciones políticas no siempre coinciden con las acciones reales. Una cosa son las declaraciones políticas irresponsables sobre las amenazas ficticias y otra las amenazas reales.

En este sentido quería citar las palabras de la declaración conjunta de los Presidentes Vladímir Putin y Donald Trump del 25 de abril de 2020 con motivo del 75.º Aniversario del Día del Elba – el río donde se encontraron las tropas soviéticas y norteamericanas luchando contra el nazismo: "El espíritu del Elba es un ejemplo de cómo nuestros países pueden dejar de un lado las contradicciones, establecer relaciones basadas en la confianza y cooperar en aras de un objetivo común. Al afrontar actualmente los retos más graves del siglo XXI, honramos el valor y el coraje de todos aquellos que combatieron juntos para derrotar al fascismo. Esta gesta heroica jamás será olvidada”.

Como resultado de la reunión de las tropas aliadas, los restos de las fuerzas armadas alemanas se dividieron en dos partes: norte y sur. Esto debilitó significativamente su resistencia, limitó su capacidad de maniobra, frustró el sistema de control unificado y aceleró la derrota final de la Wehrmacht.

Es muy interesante que el encuentro sucedió donde se juntaron los aliados. No hubo incidentes graves. Aunque involucraron numerosos efectivos, cientos de miles de soldados y oficiales, una gran cantidad de equipo militar. Y hoy, para nosotros, es un ejemplo de cómo debemos esforzarnos por construir relaciones entre las superpotencias. Si nuestros abuelos pudieron hacer esto, superando los prejuicios políticos, religiosos y ideológicos, nosotros tenemos aún más posibilidades para unirnos. En aquel momento, los comunistas y los angloamericanos parecían personas “de diferentes universos”. Ante un enemigo común, en nombre de objetivos comunes, renunciaron a todas las contradicciones eventuales y vencieron.

Nadie de momento sabe a ciencia cierta cuándo y cómo la humanidad podrá salir de la crisis actual, pero siempre debemos apartar todo lo superfluo y aunar los esfuerzos para combatir el enemigo que amenaza a todos nosotros sin distinguir en qué país vivimos o qué colores políticos preferimos.

¡Feliz Día de la Victoria común!