Coronavirus

“El comité técnico secreto”

La desafecta oposición y los periodistas preguntones no se han dado cuenta de la auténtica razón de mantener este secreto de Estado

No entiendo la polémica. En este tiempo de «fake news» y de excesos en la libertad de expresión es lógico que un gobierno tan prudente, ejemplar y eficaz como el nuestro mantenga en secreto el comité técnico. Los españoles tenemos que estar agradecidos por su benevolencia y orientación, porque ya se sabe que somos desordenados, levantiscos y caóticos. ¿Qué es esa tontería de que queremos saber? En los tiempos en que los asesinos de ETA mataban a políticos, periodistas, empresarios, militares, policías, jueces, fiscales y a todos los que podían no se consideró necesario ese secretismo. La desafecta oposición y los periodistas preguntones no se han dado cuenta de la auténtica razón de mantener este secreto de Estado. Por ello, me veo en la obligación de desvelarlo. Sánchez no quiere provocar una crisis internacional. Ni más ni menos. Nuestros vecinos se quedarían boquiabiertos ante la calidad e indudable prestigio mundial de sus integrantes, porque es falso que sean funcionarios y amigos del Gobierno.

Mis compañeros desvelaban ayer sin pretenderlo una de las integrantes al realizar un reportaje sobre Florence Nightingale. La «dama de la lámpara», que se hizo famosa por su labor en la asistencia a los heridos durante la Guerra de Crimea, fue convencida por el doctor Simón para que se incorporara al equipo que preside Henry Dunant que fundó en 1863 la Cruz Roja. El ministro Illa, con la clarividencia que le caracteriza, decidió buscar un presidente incuestionable. Otra figura es el doctor Anacreonte de Gades, licenciado y doctor por la Universidad de Tartesia y que dirigió el famoso hospital Rey Argantonio.

Le acompañan los egipcios Sinhue, que inmortalizó Mika Waltari, uno de los escritores favoritos del gobierno, y el polifacético Imhotep, cuya pericia ha marcado época. El doctor Melquiades de Jorbalán estudió con Ramón y Cajal y es un destacado epidemiólogo y experto en salud pública que ganó el Nobel de Medicina en 1900. Dentro de este apartado está también el doctor Robert Koch. Simón el Genovés iba en el barco que trajo la Peste Negra a Europa y por tanto su conocimiento era imprescindible. El doctor Leocadio Españoleto trabajó en 1918 en la mal llamada «gripe española», por lo que Simón decidió, con la perspicacia que le caracteriza, que integrara el equipo pluridisciplinar e internacional. Finalmente, están los doctores Timoteo de Massalia y Clístiades de Sartorini de las universidades, respectivamente, de la Atlántida y de Mur.

Francisco Marhuenda es catedrático de Derecho Público e Historia de las Instituciones (UNIE).