Opinión

Ese selectivo «bichito»

Pablo Echenique en su estratosférico sectarismo no ha podido clavarlo mejor al referirse a la manifestación del pasado domingo en Madrid contra el racismo. El coronavirus, ese «bichito» que ha truncado nuestras vidas tal y como las teníamos planteadas hace pocos meses es, además de nocivo y letal para la salud, tremendamente selectivo a la hora de elegir a quiénes infecta y cuáles son los tipos de concentraciones humanas entre las que decide un mayor grado de contagio. Para el portavoz de Podemos y para el argumentario general de las fuerzas que apoyan al gobierno no es lo mismo una manifestación convocada por lo que consideran sus particulares causas justas -entiéndase las de las izquierdas- que la convocada por razones mucho más «aviesas» y carentes de nobleza como son las impulsadas desde la derecha para tumbar a un gobierno. Lo del domingo en la madrileña Puerta del Sol era una reivindicación «decente» en palabras de Echenique, frente a las caceroladas de los «cayetanos» del barrio de Salamanca, ya saben, esos pijos insolidarios, insensatos y temerarios que ponen en cuestión la salud pública saliendo a la calle saltándose todas las medidas de seguridad sanitaria. Si no fuera porque la política española vive su momento de mayor infantilismo en décadas, bien podría pensarse que todavía hay dirigentes convencidos de que pueden venderle a la opinión pública el mantra de que sus adversarios utilizan la pandemia del Covid-19 para atacar a los derechos sociales y a las libertades públicas, algo a lo que lamentablemente ni siquiera se ha sustraído el propio presidente del gobierno al que escuchábamos en su última «homilía» televisiva reprochar sin rubor alguno a la derecha ese mismo pecado. Es el virus por lo tanto el que según los portavoces gubernamentales decide infectar a diestro y siniestro cuando se concentran ciudadanos cabreados para criticar la labor del Ejecutivo de Sánchez, pero levanta cándidamente la mano haciendo la vista gorda cuando los concentrados exigen la condena del racismo o simplemente se congregan por decenas de miles un 8 de marzo para defender la igualdad de sexos. Todas causas legítimas, las de unos y las otros, pero claro está, el «bichito» tiene sus preferencias y estas parecen más acordes según nuestra izquierda con aquellos cánticos de hace semanas a propósito del mayor número de muertos que frente al coronavirus propicia la violencia machista. Lo ocurrido en Madrid hace cuatro días ha vuelto a resultar una nueva demostración de irresponsabilidad que dice muy poco a favor de la delegación del gobierno central, curiosamente cuando desde este trata de desviarse gran parte de la culpa por lo ocurrido hacia gobiernos autonómicos como el presidido por la popular Ayuso. Esperemos por lo tanto que no haya consecuencias desde el punto de vista sanitario y esperemos, sobre todo, que nuestro políticos sean los primeros en entender y trasladar a la ciudadanía que si no podemos bailar en discotecas, cerrar nuestro bar de copas favorito o ir al fútbol, tampoco podemos manifestarnos, por justa que sea la causa. A ver si nos entra en la cabeza.