Opinión
El señor de las patrañas
Curiosa paradoja que «la mandrágora», – aquel elenco de cantautores que tantas alusiones hacía en sus letras al término «burdas patrañas»– sea objeto de tanta admiración por parte del vicepresidente del gobierno y líder de Podemos Pablo Iglesias, señalado especialmente en estos días con el caso «Dina» y algún otro episodio relacionado con las cuentas de su partido, como el presunto padre de uno de los más zafios embustes de nuestra política reciente. El líder morado vislumbraba un otoño político especialmente cargado contra su partido ante la lenta pero irremisible marcha de la justicia pero, –cosas de la política– el levantamiento del secreto sumarial en el caso «Kitchen» no solo le ha apartado de los focos sino que ha vuelto a alimentar el viejo y húmedo sueño podemita de seguir caminando hacia un cambio en las estructuras del régimen constitucional. La doble vara de medir impidiendo gracias al apoyo del PSOE la formación de una comisión parlamentaria de investigación sobre las cuentas moradas pero aprobando la que fiscalizará al PP con su nueva piedra –diríamos roca– en el zapato va a brindar a los socios del gobierno un auténtico alivio, no en forma de éxitos en la lucha contra la covid como era de esperar o con más esperanzadores datos económicos, sino a través de un verdadero y auténtico desfile mediático de dirigentes y ex dirigentes populares en el paseíllo del señalamiento y las penas de telediario.
Pero Iglesias sabe que una cosa es el devenir político y el juego de mayorías y otra muy distinta la acción de una justicia que en España aún sigue gozando de una independencia moderadamente saludable. La justicia tiene no pocos elementos sobre su mesa, desde el montaje ideado por los dirigentes de Podemos Iglesias, Montero, Mayoral y Del Olmo –este ultimo referente de la «caja B» del partido– según declaración del ex abogado morado Calvente en el caso «Dina», hasta la presunta financiación irregular con pagos a través de la consultora chavista Neurona en otro ámbito. El «capote» lanzado desde el PSOE no exonera una conducta del vicepresidente segundo y de los suyos turbia como poco, máxime cuando hablamos de personas que comparten la mesa del consejo de ministros. Todo apunta a que existe recorrido y embalses de tinta por derramar. No son casuales tantas prisas por renovar nombres clave en el poder judicial y es que, algunas patrañas suelen salir caras.
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