Opinión

Las hienas de Madrid

Siempre mantuvo la dirección de Podemos –especialmente cuando Íñigo Errejón pertenecía a la misma antes de traicionar a Pablo Iglesias– que la infiltración de personas afines a la izquierda radical dentro de todo tipo de organizaciones sociales, culturales o vecinales era esencial a la hora de teledirigir según qué actuaciones en clave política manteniendo en la calle esa tensión que tanto acogota a los gobernantes, en este caso de la derecha. Las movilizaciones que se llevan a cabo contra el ejecutivo autonómico presidido por Isabel Díaz Ayuso tras las medidas establecidas en algunas zonas de la comunidad para atajar el tsunami del covid, en un intento desesperado por reabrir la lucha de clases y la guerra entre «barrios pobres» y «barrios cayetanos» son la demostración palmaria de esa estrategia centrada sobre todo en el acoso y derribo de un gobierno de centro derecha en la región que durante los últimos 25 años –esa es la palmaria realidad– ha dado la espalda en las urnas a las izquierdas. No se trata tanto de reivindicar unas mejores condiciones y medidas para luchar contra la pandemia, como de aprovechar cualquier resquicio brindado por la coyuntura con el objeto exclusivo de tumbar a una presidenta autonómica calentando la calle y manipulando a muchos ciudadanos de buena fe residentes en zonas obreras a través de las terminales de la propaganda podemita.
No han alzado la voz ni en una sola ocasión durante los últimos meses para pedir responsabilidades por las escandalosas cifras del covid en España con casi cincuenta mil muertos como trágico balance hasta la fecha, pero no dudan en salir de la cueva donde les metió el electorado para poner zancadillas a unas medidas que, por encima de todo pretenden evitar el estado de alarma o lo que es lo mismo, un estrangulamiento de la economía en el principal motor del país que no parece contar en su escala de valores. El objetivo, una vez que las hienas han olido la sangre, no es otro más que cobrarse una pieza mayor sumando el apellido Ayuso a un elenco de las «malditas» y «malditos» Aguirre, González, Garrido o Cifuentes, que acabaron por abandonar el cargo de la manera menos soñada, a pesar de que el grueso del electorado madrileño en ningún momento se decantara por abandonar un centro derecha que había sido sinónimo de prosperidad. Ergo, toca luchar contra la segunda ola, pero bajo el acoso de las hienas.