Opinión

Afinen en sus mensajes

Suele ocurrir a veces, que por tratar de sublimar la supuesta ineficacia y solvencia del gobierno de turno en determinados aspectos –sea hoy el de Sánchez o antes los de Rajoy, «ZP», Aznar o González– acaban por abrazarse de rebote mensajes apocalípticos, todos en línea con una supuestamente paulatina falta de solidez y credibilidad de nuestro estado a ojos de los socios y analistas internacionales. Y es que a veces, «zumbar al badana» con más o menos razón a quien preside un gobierno lleva aparejado un riego por aspersión que en términos reales a quien no acaba ayudando es a la generalidad de los españoles con independencia de sus inclinaciones políticas.

Tal vez por ello se haga en los tiempos que corren mucho más necesaria una clara escala de valores a la hora de seleccionar el cómo y el cuándo de unos mensajes que, con la mejor de las intenciones buscan en boca de los máximos responsables de nuestro estado –en este caso el propio jefe del ejecutivo– acercar a nuestros socios europeos esa imagen de resiliencia y capacidad de sobreponerse a las dificultades que ofrece el estado español salvaguardando además todas las garantías institucionales y el cumplimiento de compromisos. En esta línea, un ejemplo de intento manifiestamente mejorable fue el acto telemático de hace días en el que el presidente se dirigía a las «fuerzas vivas» de nuestra sociedad en clave doméstica pero también a embajadores extranjeros en un encomiable intento de resaltar esas citadas virtudes nacionales. El argumento encaminado a levantar ánimos y generar confianza resultaba especialmente impecable pero tal vez solo de puertas para adentro, porque alguna cara de Baster Keaton pudo percibirse entre los embajadores europeos al escuchar los planteamientos a propósito de nuestra ventaja en telecomunicaciones respeto a unos socios comunitarios que todavía arquean la ceja frente a la inyección a nuestro país de los famosos 140 mil millones de euros. Cabe preguntarse sobre qué pensarían los diplomáticos de la exigente y «pejiguera» Europa del norte sobre esto, o acerca de la promesa –igualmente bien escogida en clave doméstica– sobre los adelantos de parte de esa cantidad de ayudas a cuenta de los retrasos de Bruselas. Ergo, habiendo mensajes idóneos de los Pirineos para abajo, tal vez proceda afinar un poco más no olvidando que la misma «plantilla» no resulta igualmente válida ante esa fría y aséptica Europa a la que ahora toca pedir y a ser posible, no contravenir.