Opinión
El milagro de Madrid
Hablamos poco del éxito de Madrid en la lucha contra el covid-19. Hace poco, los madrileños eran los apestados de España. Ahora se pone a Madrid como ejemplo e incluso se habla del “milagro de Madrid”. Un milagro que tiene explicación: tests rápidos y masivos, aislamientos quirúrgicos, análisis sistemático de aguas residuales, además de la voluntad de compatibilizar economía y sanidad. Había, y hay, una manera de hacer las cosas distinta a la del Gobierno: sin mentiras, sin demagogia, confiando en la responsabilidad de los ciudadanos. Y por si fuera poco todo eso, Madrid tiene enfrente a un gobierno hostil, el principal foco de riesgo e inestabilidad desde el mes de enero. Como era de esperar, los amigos del Gobierno central, el mismo que dice buscar el consenso, han lanzado una campaña contra el Gobierno de Isabel Díaz Ayuso tan virulenta como aquella que se lanzó cuando la situación era más trágica. A veces da la sensación de que en el Partido Popular no se esfuerzan demasiado en defender a su Presidenta. Lo lógico, y lo esperable, sería que el ejemplo de la Comunidad madrileña fuera voceado por todas partes, a todas horas y al volumen que merece.
Claro que el éxito de la CAM, que es el éxito de Madrid, presenta elementos perturbadores para el actual panorama político. Por eso no es fácil de encajar en las estrategias de los partidos. Uno de los problemas de fondo de la política española lo ha puesto de relieve el pacto entre Bildu y el PSOE. Y no se trata sólo de una cuestión moral. El pacto, efectivamente, corrobora lo ocurrido desde que Rodríguez Zapatero negoció el final de ETA, excluyendo del éxito al PP y regalándole la victoria, no a los terroristas, sino al nacionalismo. ETA estaba derrotada gracias a una lucha de décadas, pero los socialistas, que quisieron hacerse con el monopolio de la “victoria”, acabaron regalándola al nacionalismo. Lo que debía haber sido una victoria del conjunto de los españoles consolidó las posiciones nacionalistas y debilitó la idea, la posición y la propia sociedad española.
El pacto Bildu-PSOE saca las consecuencias de ese episodio, el más lamentable de nuestra historia reciente, y coloca a todos los partidos y a los agentes políticos en una situación difícil. Hay que deshacer todo lo que el nacionalismo ha avanzado desde entonces, luchando contra la inercia de la nueva situación, poco favorable para la cohesión y la unidad de la nación española, sustento a su vez, como establece la Constitución, de la Monarquía parlamentaria.
El éxito o el milagro, de Madrid representan la validez de aquello que el pacto Bildu-PSOE da por enterrado. De ahí los ataques y de ahí la dificultad de encajarlo en estrategias que no tienen por qué acomodarse a la situación política heredada de Rodríguez Zapatero y continuada en tono triunfal por Sánchez e Iglesias de la mano de Bildu. Así lo han demostrado Isabel Díaz Ayuso y la vitalidad y la imaginación de los madrileños.
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