Política

La humillación del cuartel de Loyola

Es lógico que los Presupuestos del Estado se pacten cuando no se tiene una mayoría suficiente e incluso es positivo hacerlo cuando se tiene. El problema es cuando se asume un pacto humillante ante las formaciones nacionalistas que quieren lograr la independencia. Una de las cesiones especialmente dolorosa es el regalo del cuartel de Loyola. Una victoria espectacular del PNV y un paso hacia la definitiva expulsión del ejército de las tierras vascas. Sabino de Arana fue un personaje nefasto en la Historia de España y para el País Vasco. Se inventó un nacionalismo sin ningún fundamento histórico más allá de su enfebrecida imaginación. El racismo de antaño ha ido evolucionando adaptándose a los tiempos modernos, pero sirvió de base para unos planteamientos políticos que han servido tanto para justificar el terrorismo como el independentismo tacticista del PNV. En definitiva, ha dividido la sociedad a partir de esas mentiras históricas. A pesar de los esfuerzos del PNV y de los ingentes recursos presupuestarios destinados por el gobierno del País Vasco nadie puede tomarse en serio la pseudohistoria que fundamenta las pretensiones de una nación vasca.

Los tópicos habituales de la conquista romana, el reino godo de Toledo o su situación durante la invasión musulmana y los reinos cristianos no aguanta un análisis serio y riguroso, aunque siguen insistiendo en esa basurilla ideológica teñida de academicismo. Hay mucho estómago agradecido que vive muy bien gracias a los pesebres organizados por los nacionalistas en Cataluña y el País Vasco a costa del dinero público. Las cesiones, como el cuartel de Loyola, solo hacen que fortalecer el proceso independentista, porque cuanto más débil sea la presencia del Estado en esos territorios más felices son aquellos que quieren acabar con España. Es verdad que el objetivo del PNV es a largo plazo y que ahora están creando las condiciones necesarias para provocar dentro de un tiempo el referéndum que consagre la independencia en el marco, por supuesto, de la Unión Europea. Cuando suceda nadie se tendría que sorprender, porque ya que quedaran pocos edificios de la administración española, salvo la delegación del Gobierno y las subdelegaciones así como alguno otro aislado e irrelevante. Lo mismo irá sucediendo con las competencias, donde poco a poco se van laminando las funciones del Estado con el objetivo situarlas finalmente en la más absoluta marginalidad. No hay que olvidar que España es para ellos es una vaca a la que ordeñar. Las burguesías vascas y catalanas llevan mucho tiempo haciéndolo y quieren seguir con ello mucho tiempo.