Opinión

El Rey... nuestro rey

Alguien me comentaba horas antes del esperadísimo discurso navideño del Rey, que muy probablemente podría acabar no convenciendo a nadie. A unos por supuesta tibieza a la hora de encarar la situación de su padre y a otros tal vez por todo lo contrario si decidía meterse en tamaño e innecesario charco. Es evidente que después de escuchar las palabras del monarca atentamente seguidas en cada uno de los hogares españoles, ese vaticinio resultaba equivocado. El Rey no solamente convenció con sus palabras a la inmensa mayoría de españoles de bien que apreciamos a la Corona como clave de bóveda del edifico constitucional de convivencia, sino que -por si a alguien le cabía alguna duda- demostró una vez más que los españoles tenemos monarquía par rato encarnada en uno de los jefes del estado probablemente más preparado en toda nuestra historia centenaria como nación.

Si se trataba de escuchar a Felipe VI abonando el terreno para una posterior cena de Nochebuena en la que los efluvios de los digestivos dieran con ese cantado y añorado por Pablo Iglesias debate monarquía-república en cada hogar español, evidentemente algunos deben de estar todavía lamentando su frustración por las esquinas, pero si se trataba de escuchar al referente de unión entre españoles en un país libre y democrático referirse a los problemas reales que preocupan a los ciudadanos, entonces sí fue esto lo que se nos brindó en la intervención navideña desde la Corona. En un año en el que la pandemia del covid nos ha golpeado de la manera más terrible imaginable, con miles de muertos en el trágico balance y con una economía tocada en sus cimientos y esperemos que no hundida, nadie -salvo los más ortodoxos profetas del sectarismo y el revanchismo- podía esperar que el monarca se separase un ápice de lo que más preocupa a sus conciudadanos, para enredarse en inútiles y absurdos debates que ni están en la calle ni se les espera. El Rey demostró esa empatía que saben percibir los más desfavorecidos y golpeados por la pandemia, los comerciantes, los autónomos, los enseñantes, los sanitarios o los mayores desde sus residencias y sí, tuvo en ese apartado “los principios morales y éticos están por encima de consideraciones familiares” la alusión certera a la situación de su padre -no acusado por cierto de nada- y absolutamente mal que pese a algunos ajena a la salud de la institución monárquica ergo, Rey para rato, rey para todos.